Bodegón con frutas. Louise Moillon (1637)
Museo Thyssen Bornemisza
Esta planta (o los cardos de los que procede ) podría ser originaria de Egipto o del Norte de África. La planta denominada Cynara ya era conocida por griegos y romanos. Al parecer se le otorgaban poderes afrodisíacos y toma su nombre de una muchacha seducida por Zeus, y después transformada por este en alcachofa.
Durante la Edad Media no se conocía la alcachofa, y se piensa que en esta época, del cultivo sucesivo de los cardos, los horticultores poco a poco los transformaron hasta conseguirla. Ya era consumida en la Italia del siglo XV. Venida de Sicilia, aparece en la Toscana hacia 1466.
Los historiadores gastronómicos vinculan la alcachofa con Catalina de Médicis y, por tanto, con el Cinquecento.
La llegada de Catalina di Medici a la corte francesa supuso el enriquecimiento de la cocina francesa. Cuentan las crónicas que con Catalina viajaron al país galo cocineros y someliers elegidos de entre los más famosos de Italia, ya que por su educación Catalina era amante de la buena mesa. Cuentan que con su llegada se introdujeron en Francia los famosos sorbetes italianos y, cómo no, sus famosas pastas.
A lo largo de la historia han sido los mismos cocineros franceses, por ejemplo Antonin Carême, los primeros en admitir la gran influencia de la reina Catalina di Medici en la gastronomía francesa. Con su llegada a Francia con motivo de su boda con Enrique de Valois, llegaron también un gran número de cocineros que, por los elementos y condimentos que utilizados, enriquecieron la cocina francesa.
Cuentan las crónicas que el cultivo de la alcachofa, introducido en Italia a finales del siglo XV, fue reintroducido en Francia en el siglo XVI gracias a la reina Catalina di Medici. Eso si, la elaboración fue totalmente novedosa, resultando un plato al que los franceses llamaron beatilles.
Este plato, considerado un manjar, se componía de fondos de alcachofa con mollejas de ternera, riñones y crestas de gallo que, unas veces se servían conjuntamente, y otras se presentaban con los fondos de alcachofas aparte y las distintas carnes en forma de patés. Según un cronista de la época este plato era considerado un afrodisíaco, y cuentan además que Catalina era famosa por comer de este manjar hasta casi reventar.
Pero en la España de Al-Andalus, ya se distinguían diversas variedades, y debía ser alimento preciado en nuestra Península desde el principio de la colonización romana. Durante el Renacimiento, llegó a ser considerada pecaminosa debido a sus propiedades afrodisíacas.
En el Roman de Antoine Furetiere, escrito en 1666, se advierte:
"... si alguna de ustedes hubiere comido alcachofa, sería señalada con el dedo..."
Su simbología la considera como una flor espinosa, de color violeta, y en cuyo interior se esconde un cáliz, el llamado corazón de la alcachofa.
Lo cierto es que es exquisita, ofrecemos algunas recetas...
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