domingo, 26 de julio de 2009

Los bodegones de Matisse: un canto al color

 
 
 
Armonía en rojo
 
  
 
Bodegón con limones
 
 
  
Bodegón con La Danza



Tocar el piano y bodegón



 Naturaleza muerta con berenjenas 



Naturaleza muerta con naranjas

 

 
 Naturaleza muerta con ostras



Interior amarillo y azul



El pintor francés Henri Émile Benoît Matisse, nació el día 31 de diciembre de 1869 en Le Cateau-Cambrésis, una pequeña localidad al norte de Francia. Muere en Niza en 1954. Considerado uno de los grandes pintores del siglo XX.
 
Reconocido como un líder del Fauvismo, denominado de esta forma (les fauves, literalmente "las bestias salvajes") por su expresividad cromática y por la distorsión de las formas. Sus obras se caracterizan por una gran luminosidad; decían de él que llevaba la luz dentro y la trasladaba a sus cuadros mediante sus pinceladas sueltas y libres.
 
Un canto al color son los bodegones de Matisse. Él mismo dijo que:
 
"oyó cantar los colores..." 


Sus colores son como notas de música que componen una canción para los ojos.
 
Él mismo señala: 

"En pintura, los colores tienen su fuerza y elocuencia cuando se los emplea en estado puro, cuando su brillo y pureza no son alterados, rebajados por mezclas extrañas a su naturaleza (el azul y el amarillo, que hacen el verde, pueden yuxtaponerse, pero no mezclarse; si no, se puede emplear el verde tal como la industria nos lo fabrica. Lo mismo que para el color naranja, la mezcla del rojo y amarillo sólo da un tono sin pureza, ni vibración). Es evidente que los colores empleados en estado de pureza o degradados con blanco pueden dar más que puras sensaciones retinianas, ya que esos colores son el producto del aprovechamiento de la riqueza cerebral de quien les dio vida".

"Con los colores se pueden conseguir efectos encantadores... basta que se junten o se alejen..."

Un torrente de colores no tiene fuerza. Su culminación sólo se da cuando está organizado, cuando responde a la intensidad emocional del artista. Son obras muy bien estructuradas, muy estudiadas y trabajadas, aunque, aparentemente, puedan parecer simples, casi pintadas por un niño:
 
"Tenemos que ver toda la vida como si fuéramos niños".

Existe una anécdota que viene a cuento. En una ocasión, estando en un café con un amigo,  realizó un apunte de una figura femenina en un momento. Su amigo le dijo: “puedes vender este dibujo por mucho dinero y ¿cuánto te costó hacerlo? Unos cuarenta años”, respondió Matisse.




Naturaleza muerta con jacinto

 

Sus temas pretenden transmitir sensaciones calmantes a través de una gama cromática de colores planos, donde el amarillo de los limones o el naranja de las naranjas (colores cálidos) acercan el cuadro al espectador, que contrasta con las tonalidades frías de los azules. Es un gran conocedor de los misterios del color:
 
"Sueño con un arte de equilibrio, de tranquilidad, sin tema que inquiete o preocupe, algo así como un lenitivo, un calmante cerebral parecido a un buen sillón".

Ésta fue la filosofía aplicada en sus lienzos.

Las obras en las que aparece la figura humana, no pueden considerarse, en sentido estricto, como bodegones, aunque estos ocupan un lugar preferente dentro del cuadro, aportando un sugerente contraste cromático. 







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