martes, 4 de septiembre de 2012

La comida en el bosque: Florecillas de santa Clara



Éxtasis de Francisco y Clara durante una frugal comida. Pintura del Hno Alfredo Colás. 
Comedor conventual del Colegio de San Antonio de Padua de Carcaixent



“Hay unos que no rezan ni se sacrifican; hay muchos que sólo viven para la idolatría de los sentidos. Ha de haber compensación. Alguien debe rezar y sacrificarse por los que no lo hacen. Si no se estableciera ese equilibrio espiritual, la tierra sería destrozada por el maligno”.

Santa Clara de Asís




Hoy, me encontré con estas palabras de santa Clara, al arrancar la hoja del calendario; hermosas palabras:


Con andar presuroso,
con paso ligero,
sin que tropiecen tus pies,
ni aún se te pegue
el polvo del camino,
corre seguro,
gozoso y expedito
la senda de las bienaventuranzas.




Santa Clara llora la muerte de san Francisco
Giotto di Bondone




Y ellas me llevaron a mirar sus Florecillas...


El 11 de agosto de 2012, se clausuró  el VIII Centenario de la Consagración de Santa Clara de Asís, co-fundadora, junto a san Francisco de Asís, de la Orden de las Damas Pobres, o clarisas.


Os dejo uno de los relatos más bellos sobre su vida, en las Florecillas:


La comida en el bosque

Francisco iba y volvía a Santa María de los Ángeles, en tanto que Clara se hallaba siempre encerrada en San Damián. Ella sabía que no andaba mal viviendo de día en día más pobre; pero deseaba consultar con Francisco, a quien llamaba su padre y sostén.
Cuando se enteraba que Francisco se encontraba en Santa María de los Ángeles, le rogaba que visitase San Damián. Francisco, empero, pasaba de largo; quería evitar que la gente se escandalizase de sus entrevistas con aquellas mujeres.

Sin embargo, Clara sentía particulares deseos de comer una vez con Francisco. No hay amigo o pariente que deje de sentir este deseo de comer con el pariente o amigo.
Esta necesidad de comer es, en verdad, humillante para el hombre espiritual; mas cumplida en compañía, viene a ser un rito que hermana y eleva. El mismo Jesucristo aceptó la invitación de comer con los publícanos, y a sus discípulos les dejó su misma Persona como manjar común en la Mesa Eucarística.

Clara deseaba comer una vez con Francisco, mas éste aplazaba indefinidamente la fecha hasta tal punto que los compañeros de Francisco sintieron compasión por Clara y hablaron a aquél en tono de reprensión: «Padre —le dijeron—, no nos parece conforme a la caridad este tu proceder. Clara abandonó todos los bienes del mundo y es una planta de tu jardín espiritual. ¿Por qué no quieres acceder en una cosa insignificante como es tener una refección contigo?».

Francisco reconocía su rigor excesivo, pero quería el consejo de los amigos. Temía que su simpatía por Clara nublara la razón. Por eso les preguntó: «¿Os parece a vosotros que deba yo acceder?». «Sí, Padre. Clara merece éste y otros muchos más consuelos». «Pues si os parece así a vosotros, a mí también».

Pero no fue San Damián el lugar escogido, sino Santa María de los Ángeles. «Ella —dijo Francisco con ternura de padre— se halla en San Damián desde mucho tiempo. Creo que le gustará salir fuera un poco y volver a ver de día el lugar donde se le cortó de noche el pelo. Comeremos en el bosque en el nombre de Jesucristo».

Y Clara pudo al fin bajar a la Porciúncula. Se arrodilló delante de la Virgen y recorrió luego el sitio sembrado de cabañas a la sombra del bosque. Clara caminaba con los pies desnudos por aquellos senderos pedregosos. Se llegó hasta el vallado que marcaba los lindes y se paró junto al pequeño torrente.

El sol filtraba penosamente su luz en la selva, y balanceaba el viento las copas de los pinos, y celebraban festivos los pajaritos el arribar de la primavera.

Llegada la hora de comer, se sentaron en tierra en torno a una piedra lisa. El compañero de Francisco y la compañera de Clara sirvieron los mendrugos de pan y un jarro de agua fresca.

Antes empero de probar bocado habló Francisco del Señor y de su santo amor. Este amor de que hablaba Francisco fue algo así como una llama que prendió al punto en el alma de los comensales, arrebatándoles en éxtasis, y luego se extendió por el bosque con tal claridad que fue oscurecida la del sol.

La Porciúncula apareció envuelta en un gran resplandor que desde Asís parecía un tremendo incendio. Acudió la gente de lejos para extinguir el incendio, pero observaron, con admiración, que nada ardía en el bosque, aunque estaba envuelto en gran claridad.

Se adentraron en la espesura en busca de aquella potente luz irradiada, y encontraron, en torno a la mesa, a Clara, Francisco y los compañeros de ambos arrebatados en éxtasis. Un globo de luz les envolvía por completo, y la selva, como atónita, se hallaba en el mayor recogimiento, y los pajaritos encantados e inmóviles sobre los árboles.

Pasado algún tiempo fue atenuándose poco a poco la luz, hasta que se extinguió. Se dispersó la gente con respeto; se mecieron de nuevo suavemente los árboles; volvió a correr el agua del torrente y los pájaros reanudaron su vuelo entre los árboles.

Al fin se levantaron Clara y Francisco sin haber probado una migaja de la comida allí presente, pero saciados del manjar espiritual que les regaló el cielo.

Florecillas de santa Clara. La comida en el bosque




Santa Clara de Asís. Simone Martini


Así definen a santa Clara los propios franciscanos:

«De personalidad fuerte, valerosa, creativa, fascinante, dotada de extraordinaria afectividad humana y materna, abierta a todo amor bueno y bello, tanto hacia Dios como hacia los hombres y hacia las demás criaturas. Persona madura, sensible a todo valor humano y divino, que está dispuesta a conquistarlo a cualquier precio».


Fue la primera mujer en conseguir, tras una larga lucha, la aprobación pontificia de una Regla propia y el insólito «privilegio de la pobreza». Una mujer y una Santa de talla excepcional.



Dos secuencias de la película Hermano sol y hermana luna (Franco Zeffirelli) :


San Francisco está reconstruyendo la iglesia de san Damiano y su amigo Bernardo se acerca para tratar de entender qué le pasa a su amigo Francesco. Se escucha la Canción de san Damiano (hacia la mitad de la cinta):


Si quieres que tu sueño se realice, constrúyelo lenta y pero decididamente.
Pequeños comienzos, grandes finales.
El trabajo sentido con el corazón crece puramente.
Si quieres vivir la vida libre, tómate tu tiempo, ve lentamente.
Haz pocas cosas, pero hazlas bien. Las simples alegrías son sagradas.
Día a día. piedra a piedra, construye tu secreto lentamente.
Día a día tú crecerás también, conocerás la gloria del cielo.









Clara ya tenía diecisiete años y en su casa comenzaban a preparar la boda con Rainiero. El Obispo se arriesgó a proteger a Clara, como antes lo había hecho con Francisco. El Domingo de Ramos, al comenzar la procesión de las palmas, el Obispo se acercó a Clara y puso en su mano un ramo de olivo. Ella se quedó inmóvil, comprendió que aquella era la señal. Era la aprobación de la Iglesia para salir al encuentro de su Señor. Y aquella misma noche, Clara veló hasta que la ciudad quedó dormida y su casa silenciosa. A la medianoche, huyó por la puerta de los muertos. Y se fue, calle abajo. Atrás dejaba a su familia, su casa, la boda, su situación de privilegio y seguridad. Sola corrió bajo la luz de la luna llena. Corrió hasta la puerta de la ciudad. Allí la esperaban el hermano Francisco, fray Rufino, fray Bernardo, fray Felipe. Entre cantos de gozo bajó, con su escolta de pobres, hasta la ermita de la Porciúncula. Allí celebró sus bodas, se abrazó para siempre a Jesucristo como esposa virgen y pobre. Se despojó de los vestidos caros y se vistió una túnica tosca que ciñó con una cuerda. Francisco con devoción y temblor le cortó el cabello. ¡Qué momento! Desde ese momento Clara Favarone sería Clara de todos, la hermana Clara de Asís.












10 comentarios:

  1. Me ha encantado, qué hermosa historia!!!

    Alguna vez pensé en estudiar historia del arte, gracias por enriquecer mi alma con la belleza.

    Un abrazo en El,

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    1. Es verdad, Inés María, ¡qué hermosa historia!, que hoy sigue viva, cada día, gracias a la gran familia franciscana.
      Me alegro mucho de que te guste el arte, es un lenguaje universal que nos acerca.
      Un abrazo para ti también, en Él.

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  2. Que maravilla los santos, como con sus ejemplos nos dan fortaleza
    y nos animan en nuestra fe.¡Muchas gracias!
    Un abrazo. Dios te Bendiga.

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    1. Sí, Marian, su ejemplo es fundamental para crecer en la fe, siempre cercanos a nosotros. San Francisco y santa Clara, san Agustín, santa Teresa y san Pedro Poveda, son guías en mi día a día por sentirlos más cerca. Todos los santos nos ayudan siempre.
      Un beso, muchas gracias por venir y por todo.

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  3. Me encanta esa película, la he visto varias veces, tiene un toque "hippie" que me apasiona :-) Gracias por tu amable comentario en mi blog, yo también me alegro de "verte", un besazo grande.

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    1. Gracias, Ana, me alegro de que te guste y me alegro mucho de "verte" en este rincón.
      ¡¡¡Muchos besos!!!

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  4. Hola hermanita Rosa ♥ Paz y Bien *

    Què hermosa es ver èsta entrada tuya ♥ !!! mirà justo el dìa de Santa Clara ! estaba asistiendo a un Retiro Espiritual !!! que fue algo tan bendito ! Un Regalo del Cielo !!!

    Gracias por traernosla ! Rosa ! Gracias !

    y Gracias por estar y por compartir ♥ *

    Un abrazo de corazòn a corazòn hermanita !!!

    te debìa esta visita !!!

    Què tengas una semana muy bendecida y feliz ♥ ☼ ♥ *

    Paz y Bien *

    Bendita hermanita ♥ ROSA ♥ *

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    1. ¡Qué alegría recibir el saludo franciscano, Paz y Bien! Me ha emocionado.
      Muchas gracias por tu entrañable comentario, Julieta de Jesús, es un regalo muy querido para mí.
      Gracias a ti, querida hermanita. Paz y Bien.

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