domingo, 16 de marzo de 2014

Tiempo de Cuaresma

 
 
 
 Primer domingo de Cuaresma: las tentaciones. Desierto de Judá
 

El desierto es el lugar del silencio, de la soledad; es alejamiento de las ocupaciones cotidianas, del ruido y de la superficialidad. El desierto es el lugar de lo absoluto, el lugar de la libertad, que sitúa al hombre ante las cuestiones fundamentales de su vida. Por algo es el desierto el lugar donde surgió el monoteísmo. En este sentido, es lugar de la gracia. Al vaciarse de sus preocupaciones, el hombre encuentra a su Creador.

Las grandes cosas comienzan siempre en el desierto, en el silencio, en la pobreza. No se puede participar en la misión de Jesús, en la misión del Evangelio si no se participa en la experiencia del desierto, sin sufrir su pobreza, su hambre. Aquella bienaventurada hambre de justicia, de la que nos habla el Señor en el Sermón de la Montaña, no puede nacer estando el hombre harto de todo. Y no olvidemos que el desierto de Jesús no acaba con estos cuarenta días. Su último desierto, su desierto extremo, será el del salmo 21: «¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?» Y de este desierto brotan las aguas de la vida del mundo (...)
 
Joseph Ratzinger
El camino pascual
 
 
 
La transfiguración del Señor. Carl Heinrich Bloch
Segundo domingo de Cuaresma. Monte Tabor



No busques lo que es tuyo. Ten caridad, ora de verdad, entonces llegarás a la eternidad donde encontrarás seguridad”

(San Agustín, Sermón 78,6)

 
    


 
Cuaresma: ocasión propicia
 
La ocasión para renovar el espíritu de oración y penitencia es el santo tiempo de Cuaresma, en el que este año volvemos a encontrarnos. Tiempo de Cuaresma en el cual la Iglesia nos recuerda incesantemente el ayuno, la penitencia, la oración.
 
La ocasión propicia para renovarnos y enfervorizarnos es ésta: la santa Cuaresma; una Cuaresma más para seguir a Jesucristo paciente, ¿será la última?
 
Entremos en la Cuaresma, pero para entrar debemos pedirlo con fe y con confianza, como el ciego de Jericó. La Iglesia, nuestra madre, con moción del Espíritu Santo, nos invita en este santo tiempo a un seguimiento de Cristo en su pasión y en su muerte de cruz. Este llamamiento ya nos dice por sí que es tiempo de especiales gracias; pero todos sabemos que la gracia se adquiere por la oración humilde, la compunción sincera, la penitencia salvadora.
 
Clamemos una y otra vez sin cansarnos: "Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí", para que Jesús, por nuestra fe y confianza, ponga a nuestra disposición su omnipotencia con la bendita palabra: "¿Qué quieres?"
 
Es penitencia muy saludable la del fiel cumplimiento del deber en todas y en cada una de sus partes, la práctica de la caridad más exquisita, el dominio del carácter hasta llegar a ser, por amor a Jesucristo crucificado, mansos y humildes de corazón (...)
 
María Josefa Segovia, La gracia de hoy, págs. 107-108
 
 


 
 

2 comentarios:

  1. Precioso Rosa, exquisito como tu eres. No estoy en casa ,por eso no te he contestado antes.
    Santa Cuaresma querida amiga... !!!que nos ayude a acercarnos y amar más al Señor.TODO POR EL.Un abrazo muy grande.

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  2. Cuanto me gusta ese texto de Ratzinger, Rosa, quisiera estar ahora en el desierto, todo me sobra..., ni yo misma me encuentro.

    Como dice Marian: "Todo por Él."
    Si no fuera por Él ¿Quién podría resistir?

    Un beso fuerte, querida amiga.

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