De día eres ese murmullo
que envuelve a la gente;
y ese silencio que sigue a las campanadas del reloj
que vuelve a cerrarse lentamente.
Pero cuando el día va muriendo
y, con abandono, se sumerge en la noche,
tú existes más y más, Dios mío. ¡Como el
humo que se eleva de los tejados, así sube tu reino!
Rainer Maria Rilke
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