lunes, 28 de julio de 2014

San Pedro Poveda

 
 
 
 
 
   
Los días son malos (1932)
 
[...] Os voy a hablar del sufrimiento. Del sufrimiento se habla y se platica mucho, se pondera, se encomia. Nos hacemos apóstoles del sufrimiento hablando en general, pero cuando ya se concreta al yo, cuando nos toca muy dentro de nosotros mismos, las bellas teorías, las brillantes pláticas, las hermosas exhortaciones bajan un poco de tono, y entonces ¡se encuentra tan difícil el sufrir! Y sin embargo, todos los que quieran vivir piadosamente con Jesucristo, "todos tienen que sufrir tribulaciones, persecuciones, amarguras"...No son éstas teorías, son realidades. La doctrina de la cruz es nuestra doctrina, la teoría de la cruz es nuestra teoría [...]
 
La doctrina de la Cruz es nuestra doctrina, el programa de la cruz debe ser nuestro programa [...]
 
Es necesario que consideremos el sufrimiento en su valor, como algo extraordinario, como gracia de nuestro Señor. El sufrimiento lleva consigo, en general, muchas gracias, pero muy particularmente lleva la gracia de conversión, de perfección y de predilección.
 
Que el sufrimiento es una gracia el apóstol San Pablo nos lo dice: Comparad la gracia de sufrir con la de creer y si es verdad que sin la gracia de creer no se adelanta en la perfección, tampoco es posible el adelanto sin el sufrimiento, sin la gracia del sufrir. S. Juan Crisóstomo da un paso más adelante. Dios, dice, prefiere la gracia del sufrir a la de hacer milagros y afirma "Cuando hago milagros soy deudor de Dios y, cuando sufro, Dios es deudor mío."
 
Es una felicidad el sufrir. Bienaventurados los que sufren persecución por la justicia. Bienaventurados los que sufren injurias por Mí, dice el Espíritu Santo, porque su merced será preciosa en el cielo. ¿Cuándo habéis oído una ponderación en el evangelio para los que gozan de bienes materiales? en cambio ¡están llenos de citas los evangelios sobre la bienaventuranza de los que sufren! [...]
 
 
 
Los Negrales, España, Centro de Espiritualidad Santa María.
Arcón con los restos de san Pedro Poveda. 
 
   
El sufrimiento es gracia de conversión. ¿Habéis visto que el momento de la conversión de un alma sea el momento del placer, de las diversiones, de la dicha terrena? ¿No estamos convencidos de que la mayor parte de las conversiones parten de una enfermedad, una tribulación, una amargura, de algún sufrimiento, porque en ellos vuelven los hombres sus ojos a Dios para arrepentirse y pedir misericordia? [...]
 
San Pedro Poveda, Creí , por esto hablé I, págs. 1018-1020.
 
 
 
Pedro Poveda, el 27 de julio de 1936 es detenido en su casa de Madrid. Muere mártir, como sacerdote de Jesucristo, el 28 de julio de 1936. “Soy sacerdote de Cristo”. Son las palabras con las cuales Pedro Poveda se autodefine a sí mismo en el momento en que lo buscan para el martirio.
La Institución Teresiana es el mejor fruto de su sacerdocio: 

 “quiero que la devoción al crucifijo sea la devoción fundamental de la Institución… yo quiero y pido constantemente al cielo que seáis todas un crucifijo viviente (31 de enero de 1926).
 
 
Feliz día para toda la familia teresiana.
 
 
 
 
 
 
 
 

2 comentarios:

  1. Qué gran, grande santo, Rosa me ha encantado lo que he leído.
    Es verdad, cuánto nos gusta hablar de sufrimiento, hacer de él una teoría, pero cuando nos toca vivirlo..., todo son lamentos.
    "Soy sacerdote de Cristo" qué maravilla. Aquellos mártires fueron unos predestinados, cuánto les debemos.
    Y la Capilla me encanta, recogida y sencilla, se debe estar tan a gusto en ella.

    Querida Rosa, no te olvido, pero tuve un fin de semana muy entretenido.
    Gracias por este hermoso recuerdo al Santo Poveda. Dios quiera que sepamos ser un crucifijo viviente, algunas somos tan débiles.

    Besiños emocionados.

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    1. ¡Hola, Militos! Me encanta verte. Sí, es verdad, es un texto muy hermoso, es muy bueno leerlo, nos ayuda a dar al sufrimiento su verdadero significado. Ayer leí sobre la amistad que mantuvieron san Josemaría y el padre Poveda y me encantó, debió ser muy entrañable. Qué bien haberte encontrado.

      Acababa de celebrar la santa Misa cuando fue detenido en su casa de la calle de La Alameda de Madrid. No ocultó su identidad ante quienes fueron a buscarlo: “Soy sacerdote de Jesucristo”, afirmó sin titubear. Unas horas después, al ser separado de su hermano, que voluntariamente le había acompañado, le dijo despidiéndose de él: “Serenidad, Carlos, se ve que el Señor, que me ha querido fundador, me quiere también mártir”. Y no se supo más con certeza de él.

      Es verdad, todos los mártires, leer su vida, su testimonio valiente, cuánto nos ayuda.
      La capilla es recogida, sí, invita a la oración. Si viviera en Madrid, te llevaría, me encantaría que la conocieras.

      Militos ¿tú débil?, Madre Santa...yo te siento todo lo contrario...me parece que te conozco desde siempre...

      Besiños, querida amiga. ¿Estás bien, verdad?

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