lunes, 8 de septiembre de 2014

Caigo sobre unas manos

 
 
 
Un lugar suave en mi corazón. Pino Daeni 



Cuando no sabía
aún que yo vivía en unas manos,
ellas pasaban sobre mi rostro y mi corazón.

Yo sentía que la noche era dulce
como una leche silenciosa. Y grande.
Mucho más grande que mi vida.

                                                         Madre:
era tus manos y la noche juntas.
Por eso aquella oscuridad me amaba.
No lo recuerdo pero está conmigo.
Donde yo existo más, en lo olvidado,
están las manos y la noche.
 

 
Amamantamiento. Li Zijian

 
                                                 A veces,
cuando mi cabeza cuelga sobre la tierra
y ya no puedo más y está vacío
el mundo, alguna vez, sube el olvido
aún al corazón.



Buenas noches, Mamá. Samuel Baruch Halle

                           Y me arrodillo
a respirar sobre tus manos.

                                                  Bajo
y tú escondes mi rostro; y soy pequeño;
y tus manos son grandes; y la noche
viene otra vez, viene otra vez.

                                                      Descanso
de ser hombre, descanso de ser hombre.

Antonio Gamoneda
 
 
 
Maravilloso poema tomado del blog Sureando
 
 
 
 
 
 
 
 

2 comentarios:

  1. Caer sobre las manos del Amado...¡Que maravilla de post Rosa, te felicito!
    Un abrazo fuerte.

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    1. Sí, las manos de Dios son las manos ¡más maravillosas!!! y nos dio unas madres que son verdaderos ángeles. Qué bueno es el Señor.

      Un beso, querida Marian. Gracias, por tu compañía, querida amiga.

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