miércoles, 1 de abril de 2015

Escucha




Escuchar la Voz de Dios


«Jesús subió a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios»

Los contemplativos y los ascetas de todos los tiempos, de todas las religiones, han buscado siempre a Dios en el silencio, la soledad de los desiertos, de los bosques, de los montes. Jesús mismo vivió cuarenta días en perfecta soledad, pasando largas horas hablando de corazón a corazón con el Padre, en el silencio de la noche.

También nosotros estamos llamados a retirarnos, de manera intermitente, en un profundo silencio, en la soledad con Dios. Estar solos con él, no con nuestros libros, nuestros pensamientos, nuestros recuerdos, sino en una perfecta desnudez interior: permanecer en su presencia –silencioso, vacío, inmóvil, en actitud de espera.

No podemos encontrar a Dios en medio del ruido, la agitación. Fijémonos en la naturaleza: los árboles, las flores, la hierba de los campos, crecen en silencio; las estrellas, la luna, el sol, se mueven en silencio. Lo esencial no es lo que podamos decir a Dios, sino lo que Él nos dice, y lo que dice a los otros a través nuestro. En el silencio Él nos escucha; en el silencio, habla a nuestras almas. En el silencio nos concede el privilegio de oír su voz:


Silencio de nuestros ojos.
Silencio de nuestros oídos.
Silencio de nuestras bocas.
Silencio de nuestros espíritus.
En el silencio del corazón,
Dios hablará.


Madre Teresa de Calcuta


“Pero he aquí que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón”.
 Oseas 2:14




4 comentarios:

  1. Ni con sonotone...

    Hoy vamos a tener bronca en mi blog.
    Pero nada, de aquí unos días me arrepiento y ya está, no?

    :P

    Besos.

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    1. Yo no sé, Toro, eso lo sabrás tú; Dios es el que sabe más... lo sabe ¡todo!
      A lo mejor te regalo un sonotone :)))...

      Besos, Toro. ¡Buen día!

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  2. Así es mi querida Rosa, el silencio ayuda a escuchar la voz de Dios, más he aprendido a vivir enamorada de mi Dios, en medio del ruido, en de los quehaceres diarios y quedarme muda trabajando como si no existiese nada más en el mundo que Él, yo y mi prójimo. No sé ahora mismo explicarlo, una soledad hermosa con y sin silencio en que todo me habla de Él.
    Un gran abrazo.

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    1. Sí, querida amiga, te entiendo muy bien, una soledad hermosa con y sin silencio, también en medio del ruido, siempre está.

      Un beso muy grande. Siempre estás, en momentos muy importantes de mi vida estás, me has enseñado y me enseñas muchísimo, me llevaste a Hoja, una persona clave para mi vida.

      Gracias, querida sor Cecilia. En Viernes Santo colocaré tu vídeo en la entrada, con todo mi corazón, y muy segura, después del tiempo pasado desde que te conocí, de lo que representas para mí... Un beso con mucha ternura.

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