Toni Carrero
El alma de los días, la columna
vertebral que mantiene
encendido el afán de ir transitándolos
es que algo suceda, que algo pase
en la estanca quietud de su mudanza.
Cual si nada ocurriese cuando el trigo
que rodea las sendas del verano
se quiebra en una ráfaga de viento,
o esa torpe alegría
del agua cuando la abren,
en la hora del riego,
las compuertas del mundo
y se escucha el rumor
de toda aquella sed que se termina,
o el giro de la luz, o el pentagrama
que las aves escriben en el cielo,
o en una mesa tendida,
con el sol sobre el pan
y algún vaso de vino.
Es absurdo lo que nos llena,
lo que colma los días,
lo que estalla cumpliendo ese deseo
de ser más, más intensos, más lejanos.
Quizá lo que nos salva
son los raros momentos
en que no pasa nada.
Lola Mascarell
Me gusta pero no mucho.
ResponderEliminarUn 4.
No progresa adecuadamente.
Bah, no pasa nada...
Eliminar¡¡¡A mí plin!!!
Jejeje ...
La estrofa final es de colofón.
ResponderEliminarQué poemazo.
Besos, querida amiga.
Sí, coincido contigo.
Eliminar:)
Un beso.