"La quema de Roma por los bárbaros, con la entrada de Alarico en 410, comenzó por los Huertos de Salustio, la finca en la que el historiador había reunido no pocas preciosas obras de arte. Siempre, siempre, la belleza y la fragilidad- a comenzar por la fragilidad de la ley- son el plato suculento de la violencia, el placer supremo para quienes tratan de arrasar el mundo. Saben, además, muy bien que lo empobrecen, y ya todo el camino de la destrucción será más fácil".
"Nuestro conocimiento, información, agitación de pensares y sentires, eclosión de la conciencia misma del yo, entendimiento del mundo, y goce de la hermosura, tormentas y preguntas, o memorias de felicidad humana son inseparables del libro, y el individuo humano se constituye por éste, en muy amplia medida, porque es una experiencia humana profunda: el despliegue de nuestra vida en otras vidas del presente y del pasado, y recorrido de tierras u océanos exteriores e interiores. Memoria también de quienes vivieron antes que nosotros, y nos prestan sus ojos para que los nuestros vean más y más allá. Las suertes del libro y del ser hombre están totalmente imbricadas, y leer no es un capricho, ni una preferencia, ni una costumbre, sino una necesidad de ser y estar. Si es que se quiere ser y estar, naturalmente".
José Jiménez Lozano, No hay hombre sin libros