Nunca viajé tan lejos como cuando me zambullía en [las páginas de un libro] a pleno pulmón y a pleno cerebro. Los viajes literarios son gratuitos […] y no se nos trata nunca como a turistas gregarios y masivos. […] Confieso que he leído, ergo confieso que he viajado.
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Friedrich Hölderlin, que anheló un idioma fundado en el lenguaje de los amantes (“¡Lengua de los que se aman, sé idioma del país!”), vino a repetirme su fe en el valor fundacional de la poesía: “Lo que dura, lo fundan los poetas”. Cuando Hölderlin escribió que “Quien piensa lo más hondo ama lo más vivo” estaba, sin saberlo, invitándonos a pensar que quien lee lo más hondo aprende, sin proponérselo, a amar lo más vivo.
Aurora Luque