Entre el crepúsculo y la noche hay un breve tiempo en que la luz no cede a deslumbrar o a derramarse en sombra, que no golpea sino que rodea la materia, la abraza con un amor platónico. Y al quitarle a las cosas su contraste de tosco claroscuro, las perdona de no sé qué pasado mezquino, las absuelve volviéndolas más ellas, y embelleciendo a todo el que las mira.
Es esta luz con la que Dios ve el mundo.
Jaime García-Máiquez
Albéniz: Suite Española No. 1, Op. 47 (Arr. Laura Lootens): No. 4, Cádiz