"Así pues, reconoce hoy, y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios allá arriba en el cielo y aquí abajo en la tierra, no hay otro. Observa los mandatos y preceptos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos, después de ti, y se prolongue en tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da para siempre". (Deuteronomio 4, 39-40)
Se sigue repitiendo que los versos se escriben con el alma. Es desde luego cierto, muy cierto, mas no basta. Porque también reclaman todo el cuerpo. Las palabras se encarnan. Si en tus versos alcanzas algo bello, algo que verdaderamente valga, te tiene que doler hasta en los huesos.
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
Pere Serra, Retablo del Espíritu Santo (detalle)
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos». (Jn. 20, 19-23)
O Ignis Spiritus - Canto de Sta. Hildegarda de Bingen al Espíritu Santo
J. S. Bach: Cantata de Pentecostés O ewiges Feuer, o Ursprung der Liebe BWV 34 (Oh eterno fuego, oh fuente del amor).
Reflexión sobre el Espíritu Santo, Padre Raniero Cantalamessa, O.F.M. Cap.