La luz que cada día abre tus ojos, las puntas de las alas de las aves, los poemas de Safo y los jardines donde el otoño se desnuda en Roma, los sufijos verbales del hebreo, los cálices, las copas y los cuencos, los charcos donde beben las gacelas, la voz con que tu madre ahuyentó el pánico, las noches en que el mundo se quebraba, los cristales que te hacen ver quién eres. ¿Tienes algo que no hayas recibido?
Víctor Herrero de Miguel
Gabriel Fauré: Romance sin palabras n.º 3 en la bemol mayor Op. 17 n.º 3
“Desde que me convertí al catolicismo... fue como llegar a puerto después de un mar embravecido; y mi felicidad por ese motivo permanece hasta el día de hoy sin interrupción”.