El arte catequiza, eleva, lleva a la contemplación, al asombro, a la veneración, a la oración en plegaria y alabanza...
"Lo que las palabras dicen al oído, el arte lo muestra en silencio."
(San Basilio)
En la pintura
La última Cena. Juan de Juanes
"La Pasión de Cristo basta para servir de guía y modelo a toda nuestra vida".
(Santo Tomás de Aquino, Sobre el Credo).
Jesucristo en Getsemaní. Carl Bloch
"Y adelantándose un poco, se postró rostro en tierra mientras oraba diciendo: Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz; pero no sea como yo quiero, sino como quieras Tú" (Mt 26, 39), (Mc 14, 35), (Lc 22, 42).
"Un ángel del cielo se le apareció para confortarle. Y entrando en agonía oraba con más fervor y su sudor vino a ser como gotas de sangre que caían sobre la tierra" (Lc 22, 43-44).
Cristo abrazado a la cruz. El Greco
"Es necesario recuperar la estima de la belleza para poder llegar al corazón de lo humano y hacer resplandecer en él la verdad y la bondad del Resucitado".
Papa Francisco. Evangelii gaudium, 167
El Expolio de Cristo. El Greco
"Como dice san Agustín, nosotros no amamos sino lo que es bello, el Hijo hecho hombre, revelación de la infinita belleza, es sumamente amable, y nos atrae hacia sí con lazos de amor".
Papa Francisco. Evangelii gaudium, 167
La Crucifixión. Alonso Cano
Primera palabra: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen" (Lc 23, 34)
Segunda palabra: "Hoy estarás conmigo en el Paraíso" (Lc 23, 43)
Tercera palabra: "Mujer, ahí tienes a tu hijo... Ahí tienes a tu Madre" (Jn 19, 26)
Cuarta palabra: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" ( Mt. 27, 46)
Quinta palabra: "Tengo sed" (Jn 19, 28)
Sexta palabra: "Todo se ha consumado; todo está cumplido" (Jn 19, 30)
Séptima palabra: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu" (Lc 23, 46)
Cristo muerto sostenido por un ángel. Alonso Cano
"Es bueno que toda catequesis preste una especial atención al "camino de la belleza"
(vía pulchritudinis") (...) Entonces se vuelve necesario que la formación
via pulchritudinis esté inserta en la transmisión de la fe".
Papa Francisco. Evangelii gaudium, 167
En la música
Os dejo dos momentos de la maravillosa obra de J.S. Bach: La Pasión según san Mateo:
Aria Erbarme dich, mein Gott (Part II, nº 39), que refleja el llanto de Pedro, después de la traición a Cristo. Una de las arias preferidas del papa Francisco, como el mismo ha dicho.
Las cuerdas simulan el caer de las gotas de lágrimas. Es, en realidad, una oración:
Ten piedad de mí, Dios mío,
advierte mi llanto.
Mira mi corazón
y mis ojos que lloran
amargamente ante Ti.
¡Ten piedad de mí!
J.S. Bach: La Pasión según san Mateo ("Descansa dulcemente", Coro final, Part II)
"Llorando nos postramos ante tu sepulcro para decirte: descansa, descansa dulcemente. Descansad, miembros abatidos; descansad, descansad dulcemente. Vuestra tumba y su lápida serán cómodo lecho para las angustiadas conciencias y lugar de reposo para las almas. Felices son tus ojos que se cierran al fin".
La Piedad. Miguel Ángel (Imagen Robert Hupka)
Un texto, muy bello, conciso, claro, preciso y profundo; pertenece al autor del blog La Hoja del Arce, que en estos días recuerdo especialmente, "contagiaba" la Belleza:
¿Puede haber amor más grande?
Ya estamos en Viernes Santo, que es uno de los principales días de nuestra liturgia. En este día, la Iglesia celebra la gloriosa Pasión de Jesús, Su Muerte victoriosa.
Cristo se presenta como un hombre entregado a la realización del plan del Padre: salvar al hombre. Toda su vida está polarizada en torno a esta misión.
El drama inmenso de la muerte de nuestro Salvador en el Calvario, nos abre la vista hacia esa gran Cruz erguida sobre el mundo. Esta hoy aún sigue en pie como signo de salvación y de esperanza.
Tres horas en la cruz, dieron para mucho; desde allí perdona a sus verdugos, abre el Paraíso al ladrón, nos da a su Madre y, finalmente, en acto de donación única y suprema, nos entrega su Cuerpo y su Sangre, Cristo se vacía por nosotros. Dios se hace tan débil, que hasta ¡muere!., pero no de cualquier manera, no con una muerte heroica y grande, sino humillante, dolorosa, escandalosa. Muere crucificado, tormento horrible y condena de esclavos.
¿Por qué tenia que morir, y además de esa manera?
Amor requiere sacrificio, La muerte de Jesús en la cruz era el acto mayor de amor, no porque era el sufrimiento peor que un ser humano ha soportado, sino porque implicó el mayor sacrificio. Su amor lo sobrepasa todo. Nadie tiene amor más grande que aquel que da la vida por sus amigos.
Al venerar la cruz esta noche, reconocemos nuestros pecados. Agradecemos a Jesús por cargar nuestra culpabilidad. Porque desde que Él estuvo clavado en ese madero, podemos llevar nuestros dolores, angustias y resentimientos a los pies de esa cruz. La cruz, la Santa Cruz, nos muestra cuál es la única batalla que importa, y quien tiene la victoria final.
Cristo de la Agonía (llamado de los Balderas). Iglesia de san Marcelo. León
Y, finalmente, un poema conmovedor, anónimo, del siglo XV español, reflejo de una fe sin fisura:
A Cristo crucificado
No me mueve, mi Dios, para quererte
el Cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en esa Cruz escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera Cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues, aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
Cristo crucificado (detalle). Diego Velázquez
"La cima, el arquetipo de toda la belleza se manifiesta en el rostro del Hijo del hombre crucificado en la cruz, el hombre de los dolores, revelación del amor infinito de Dios quien en su misericordia por sus criaturas restaura la belleza perdida por la falta original. "La belleza salvará al mundo" porque esta belleza es el Cristo, única belleza que es un desafío al mal, que triunfa sobre la muerte. Por amor, el "más hermoso de los hijos del hombre" se ha hecho "hombre de los dolores", "sin belleza ni aspecto que pueda atraer nuestras miradas" (Is 2), y ha devuelto así al hombre, a todo hombre, en plenitud su belleza, su dignidad y su verdadera grandeza. En Cristo y solamente en Él nuestra vía crucis se transforma en la de Él, en via lucis y en via pulchritudinis" (...)
Benedicto XVI, Via pulchritudinis