Las historias de todos y la historia
de uno mismo algún día tendrán fin,
porque siempre aquí guerra y después gloria,
a cada cual su fiesta en el jardín.
Más allá de palabras nunca dichas,
de signos invisibles de estupor,
más allá del rigor de las desdichas
y de tanto maldito pormenor,
volveremos a vernos, admirados,
en un raro momento de sorpresa
al comprobar entonces quién es quién;
casi irreconocibles, extrañados,
cuando se cumpla la mayor promesa.
Como dos ciegos que por fin se ven.
de uno mismo algún día tendrán fin,
porque siempre aquí guerra y después gloria,
a cada cual su fiesta en el jardín.
Más allá de palabras nunca dichas,
de signos invisibles de estupor,
más allá del rigor de las desdichas
y de tanto maldito pormenor,
volveremos a vernos, admirados,
en un raro momento de sorpresa
al comprobar entonces quién es quién;
casi irreconocibles, extrañados,
cuando se cumpla la mayor promesa.
Como dos ciegos que por fin se ven.
Carlos Pujol
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