Destilad, cielos, el rocío;
lloved, nubes, al Justo.
No te enojes Señor,
no te acuerdes más de nuestra maldad.
La ciudad del Santo está desierta;
Sión ha quedado arrasada,
Jerusalén, desolada,
la casa de tu santidad y tu gloria,
donde te alabaron nuestros padres.
Destilad, cielos, el rocío;
lloved, nubes, al Justo.
Hemos pecado y estamos manchados.
Hemos caído como las hojas
y nuestras maldades nos arrastraron como el viento.
Nos escondiste tu rostro
y nos dejaste con nuestra iniquidad.
Destilad, cielos, el rocío;
lloved, nubes, al Justo.
Mira, Señor, la aflicción de tu pueblo
y envía al Prometido:
envíanos al Cordero que rige la Tierra,
desde el desierto de Petra
hasta el monte de la hija de Sión,
para que rompa el yugo de nuestra esclavitud.
Destilad, cielos, el rocío;
lloved, nubes, al Justo.
Consuélate, pueblo mio, consuélate,
que pronto llegará tu salvación;
¿Por qué te consumes de tristeza?
¿Por qué se renueva tu dolor?
Te salvaré, no temas:
yo soy el Señor, tu Dios,
el Santo de Israel, tu redentor.
lloved, nubes, al Justo.
No te enojes Señor,
no te acuerdes más de nuestra maldad.
La ciudad del Santo está desierta;
Sión ha quedado arrasada,
Jerusalén, desolada,
la casa de tu santidad y tu gloria,
donde te alabaron nuestros padres.
Destilad, cielos, el rocío;
lloved, nubes, al Justo.
Hemos pecado y estamos manchados.
Hemos caído como las hojas
y nuestras maldades nos arrastraron como el viento.
Nos escondiste tu rostro
y nos dejaste con nuestra iniquidad.
Destilad, cielos, el rocío;
lloved, nubes, al Justo.
Mira, Señor, la aflicción de tu pueblo
y envía al Prometido:
envíanos al Cordero que rige la Tierra,
desde el desierto de Petra
hasta el monte de la hija de Sión,
para que rompa el yugo de nuestra esclavitud.
Destilad, cielos, el rocío;
lloved, nubes, al Justo.
Consuélate, pueblo mio, consuélate,
que pronto llegará tu salvación;
¿Por qué te consumes de tristeza?
¿Por qué se renueva tu dolor?
Te salvaré, no temas:
yo soy el Señor, tu Dios,
el Santo de Israel, tu redentor.
Antiguo himno latino de Adviento, basado en el profeta Isaías, que es muy hermoso y conmovedor, puro canto gregoriano, el Rorate Caeli. (No dejéis de mirar el enlace, maravilloso)
Los profetas, los patriarcas y toda la Iglesia, anhelan la llegada del Mesías, nuestro Salvador.
En la última estrofa, es el mismo Señor el que habla, para consolar a su pueblo con una ternura que conmueve el corazón, le dice: te salvaré, no temas, estoy aquí, ya llego junto a ti.
Falta hace que nos salve.
ResponderEliminarEs verdad.
EliminarUn beso fuerte.
Destilad, cielos, el rocío;lloved, nubes, al Justo.Muy pronto va ha llegar el AMOR
ResponderEliminarpequeño para que no temamos en acogerlo.¡Gracias Rosa!
¡feliz día de nuestra S. Madre Inmaculada.Un abrazo.
¡Feliz día también para ti, querida Marian!
EliminarUn beso.
Inefable.
ResponderEliminarFeliz día.
Besos.
Sí.
EliminarUn beso, querida amiga, y feliz día también para ti.