Sí, podemos estar alegres porque sabemos que mi vida procede de Dios. No es una casualidad sin sentido. Soy querido y soy amado.
Benedicto XVI (Discurso, 14 de marzo).
En realidad, todas las alegrías auténticas, ya sean las pequeñas del día a día o las grandes de la vida, tienen su origen en Dios, aunque no lo parezca a primera vista, porque Dios es comunión de amor eterno, es alegría infinita que no se encierra en sí misma, sino que se difunde en aquellos que Él ama y que le aman. Dios nos ha creado a su imagen por amor y para derramar sobre nosotros su amor, para colmarnos de su presencia y su gracia. Dios quiere hacernos partícipes de su alegría, divina y eterna, haciendo que descubramos que el valor y el sentido profundo de nuestra vida está en el ser aceptados, acogidos y amados por Él, y no con una acogida frágil como puede ser la humana, sino con una acogida incondicional como lo es la divina: yo soy amado, tengo un puesto en el mundo y en la historia, soy amado personalmente por Dios. Y si Dios me acepta, me ama y estoy seguro de ello, entonces sabré con claridad y certeza que es bueno que yo sea, que exista.
Benedicto XVI (Mensaje para la XXVII Jornada Mundial de la Juventud 2012)
Esta alegría que hemos recibido no podemos guardarla sólo para nosotros.
La alegría se debe compartir siempre. Una alegría se debe comunicar.
Benedicto XVI (Homilía, 18 de diciembre)
¡Feliz día!
Sí, hay que estar alegre y comunicarlo para hacer felices a los demás y para dar señales de donde procede nuestra alegría.
ResponderEliminarQué santo y qué sabio nuestro Papa emérito, nunca le olvido en mis oraciones y cariño.
A ti tampoco, querida amiga.
¿Quieres creer que no me acordaba de este video de La Hoja? Es maravilloso, he llorado con alegría ¿Puede esto ser posible?
ResponderEliminarUn beso, Rosa.