Me encontré ayer, por casualidad (si bien las casualidades, sé que no existen), esta bella e insistente carta de María Josefa Segovia, del año 1953, que continúa plenamente vigente. Abrí este libro, Spes Nostra, por primera vez, y apareció esta página:
La Virgen pide Rosarios
Y hay en nuestros días una razón especial que nos obliga al Rosario.
El mundo está necesitado de salvación, se pierden los individuos y se pierden los pueblos. Es preciso conservar en unos y renovar en otros la fe y las costumbres; el mundo se precipita en el abismo, la salvación urge y la Virgen Santísima señala el medio de la salvación de la humanidad por el Rosario.
¡La Virgen pide Rosarios!...Y me parece escuchar la propia voz de la Virgen Santísima diciendo: "Clama, no ceses de clamar".
"¿Quién sois Vos y qué queréis de mí?", decía la vidente de Fátima a la Aparecida. Y ésta responde: "Soy la Señora del Rosario".
Y la Señora del Rosario recomendó el Santo Rosario en las seis apariciones. En la primera recomienda a los pequeños que recen el Rosario todos los días con devoción. En la segunda recomendó de nuevo el rezo del Santo Rosario. En la tercera insistió por tercera vez sobre el rezo diario del Santo Rosario en honor de la Virgen. En la cuarta los exhortó de nuevo a rezar el Santo Rosario. En la quinta la Virgen dijo a los videntes que se perseverase en el rezo del Santo Rosario. En la sexta recomendó por sexta vez que continuasen rezando el Rosario todos los días.
Y es tan aleccionador lo que consigna en Estudios marianos el P. Llamera, O.P., sobre la devoción del pequeño Francisco al Santo Rosario, que, aun con el temor de que esta carta resulte excesivamente larga, voy a copiarlo:
"Muchas veces, mientras las otras dos jugaban, él se alejaba un poco y paseaba en silencio. "¡Francisco! ¿Qué haces?", le preguntaban. Por única respuesta levantaba el brazo, mostrando el rosario. "Ven ahora a jugar. Después rezaremos los tres juntos". "¿Después? ¡Ahora y luego! ¿No te acuerdas que la Virgen ha dicho que debo rezar muchos Rosarios?" Otras veces muy calladamente, se escondía, y al ser llamado respondía de detrás de un muro o de unas matas donde se encontraba de rodillas rezando: "¿Por qué no nos llamas para que recemos contigo?" "Me gusta rezar solo, para pensar y consolar a Nuestro Señor, que está tan afligido por tantos pecados". Según testimonio de su propia madre, llegó a rezarlo ocho veces en veinticuatro horas [...]
María Josefa Segovia, Spes Nostra, págs 227-228
Imagen tomada del blog La Hoja del Arce.
Sábado, día del Rosario bloguero.
Que paséis un buen fin de semana.
Me ha encantado Rosa, gracias por publicar la carta, gracias por acercarnos a María a través del Rosario. Un abrazo y buen fin de semana amiga.
ResponderEliminarMe encantó cuando la leí, me alegro de que te guste.
EliminarUn abrazo y buen fin de semana para ti también, Pepe.
¿En plural?
ResponderEliminarSí, nos lo pide a todos, y cada uno...lo que sienta...
EliminarUn beso fuerte, Tracy.
La Virgen los pidió en Fátima y lo sigue pidiendo, por algo será.
ResponderEliminarAy, la imagen que elegiste, Rosa, qué vuelco de corazón.
Besos con arrechuchos