José amaba el silencio desde su más tierna infancia. El silencio le hablaba con más claridad que las voces. Exigía siempre lo mismo: esperar. A su lado transcurría la vida intranquila y ruidosa. Se oían tantas palabras innecesarias, tantas quejas dichas a la ligera, tantas certezas que no significaban realmente nada. Estaba sumergido en esta corriente con su silencio como piedra en medio del torrente. Esperaba, aunque la verdad sea dicha, no sabía qué estaba aguardando. Esperaba lo que le iba a decir el silencio.
Jan Dobraczynsky, La sombra del padre: historia de José de Nazaret
¡Feliz Día del Padre!
¡Qué bonita escultura!
ResponderEliminarMuy bonita, sí.
EliminarLa última generación de grandes escultores barrocos españoles, que dedicaron su talento y su trabajo a la imaginería sacra, la Edad de Oro.
Un beso fuerte, Tracy.
Bonito texto, al abad del otro día le hubiera gustado.
ResponderEliminarA mí también :)
Besos, Rosa
Jaja, creo que sí, le hubiera encantado.
EliminarA mí también :)
Un beso, Paloma.
Rosa el libro lo tenemos, es fantástico.
ResponderEliminarLo que más me gusta de San José es su mesura, su paciencia y saber esperar.
Te envíe está noche un correo,besito una rezadita. No es grave, pero ayuda.
Besiños del alma
Uno de esos libros para guardar.
Eliminar¿Cuántos recuerdos con san José, verdad?
Lo vi, siempre a tu lado.
Besiños del alma.
Un texto precioso, cuanto puede llegar a decir el silencio.
ResponderEliminarTiempo de Salzillo.
Muchos besos, Rosa.
Es un libro precioso.
EliminarTiempo, sí.
Un beso, querida Maite.
Desconocía esto, Rosa.
ResponderEliminarNi te imaginas lo que me identifico con José y su silencio.
Gracias por ilustrarme.
Besos, querida amiga.
El Evangelio no dedica a san José más que unas cuantas frases. No se cita ninguna palabra suya. José, nada hizo a los ojos de los hombres; todo lo hizo ante los ojos de Dios. Veía a Jesús, se deleitaba, y no decía nada.
EliminarPerfecto modelo de la vida silenciosa.
Dice sobre él santa Teresa de Jesús: “No me acuerdo, hasta ahora, haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer. Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado Santo, de los peligros que me ha librado, así de cuerpo como de alma, que a otros Santos parece les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad; a este glorioso santo tengo experiencia que socorre en todas, y que quiere el Señor darnos a entender que así como le fue sujeto en la tierra, que como tenía nombre de padre siendo ayo, le podía mandar, así en el cielo hace cuanto se le pide” (Libro de la vida, cap. VI).
Gracias a ti y un beso, querida amiga.