Como la niña no tenía dinero
para comprarse un diábolo,
encerró en una herrada llena de agua
a la luna llena.
Su madre dijo luego junto al pozo:
"¿Qué es lo que hace aquí este plato de plata,
en el agua de beber de las gallinas?",
y arrojó, irritada, el cubo al suelo,
y derramóse el agua
de manera
que la niña y sus amigas
pudieron recoger, unos tras otros,
botones de oro, nácar,
prendedores de pelo, ajorcas y pulseras,
como los de las princesas de los cuentos.
José Jiménez Lozano
Un poema muy tú.7Besos
ResponderEliminar:)
EliminarUn beso muy fuerte, Tracy.
Feliz domingo.
Todo un tesoro en la imaginación.
ResponderEliminarEs un poema mágico.
Besos.
Sí, es verdad, es mágico.
Eliminar:)
Un beso, Toro.
Feliz domingo.
Qué precioso.
ResponderEliminarY la imagen, tan delicada.
Un beso, Rosa
Me alegro, Paloma, de que te guste.
Eliminar:)
Un beso.
Parece un cuento.
ResponderEliminarQué bonito, Rosa.
Muchos besosssss
Sí, esa sencillez, esa calidez, esa alegría que nace de la simplicidad.
EliminarPoesía pura.
Un hombre sabio.
Muchos besos, Maite.
Qué preciosidad de poema, lleno de magia!!!
ResponderEliminarLa mirada de los niños que ven lo que los adultos, en su realidad perpetua se pierden.
Besos, querida Rosa.
:)
EliminarSí, se puede mirar sin ver.
Como Jiménez Lozano dice: "Porque la condición de poder acercarnos a la hermosura es un estado de delicadeza, como una respetuosa atención y descalcez".
¿Qué es lo más laborioso? Lo que parece fácil: poder ver con los ojos lo que a la vista tienes, decía también Goethe.
Un beso, querida Verónica.