lunes, 29 de octubre de 2018

Tarde de otoño








He releído hoy la historia antigua
que tú me regalaste, las batallas
entre griegos y persas, las conquistas
innumerables de Alejandro,
el fuego y la pasión que ahora parecen
un absurdo derroche
que no acierto a entender. Quizá, los tiempos...
El curso de esta tarde tan alejada y lenta,
sin afanes y solo,
esta tarde tranquila en la que amar
lo gris, lo no tan brusco ni glorioso:
perderme en mi interior sin ambiciones,
asumir la penumbra y deslizarme.
Reflexiono en mi cuarto
mientras llueve, parece innecesaria
cualquier exaltación.
Las cosas, lo que exigen.
Me ejercito
en la absoluta calma,
escucho los sonidos que producen
la cisterna, el desagüe, la anticuada
fontanería de esta casa,
y examino los dedos de mis pies.
Es sólo el tiempo lento, el oleaje
que me eleva despacio hacia mí mismo,
un dejarse arrastrar por la marea.
Existir: todo y nada,
este instante tan mío que ahora habito.

Vicente Gallego




Tarde de Otoño, Joaquín Díaz






12 comentarios :

  1. Qué deliciosa y envidiable me resulta esa calma.

    Besos.

    ResponderEliminar
  2. Buenas noches, querida Rosa:

    Me ha encantado la fotografía. El poema, precioso, me ha llevado a subir a Facebook la entrada que dediqué a la película de 'Alejandro el Magno'. Y la canción, apropiadísima y estupenda para hoy.
    ¡Gracias!
    :)
    Besos y abrazos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola, Gelu!, buenas noches:
      :)
      Dejo la entrada sobre la película de "Alejandro el Magno", acabo de localizarla, me encantan tus asociaciones de ideas, como en el caso del ariete. :)

      ¡Gracias a ti!

      Besos y abrazos, querida Gelu.

      Eliminar
    2. Fuiste tú quien me enseñaste el truco, ¡gracias!
      Siempre lo recuerdo.

      Alejandro el Magno

      Abrazos.

      Eliminar
  3. Necesito un instante mío... y respirar calma.
    Me gusta el poema, transmite mucha tranquilidad.
    Feliz puente, querida Rosa.
    besossssss

    ResponderEliminar
  4. Cuando se da una tarde para asumir la penumbra y deslizarse, y serenamos para esa introspección, parece que nos amplificamos. Es un momento único donde somos.

    Besos, querida Rosa.

    ResponderEliminar