Natividad con el anuncio a los pastores, Bartolomé Esteban Murillo
UN MINUTO DE TEOZOOLOGÍA
(Navidad)
A D. Joaquín Antonio Peñalosa, ahora más vivo. Ora pro nobis.
la costura rezada, y en nombre de Dios Hijo
solicitó su ayuda para la Redención.
Ella dijo "Sí, quiero" (como se ve en Fra Angelico)
y aquel sí de la niña inauguraba el Cielo.
Pero también José -un alma de agua fresca
oculta tras los callos y los golpes de escoplo-
tuvo su parte en esto. ¿Qué hubiera sucedido
si, atontado y confuso como estaba, no hubiera
preferido la voz de un ángel -¡y soñado!-
a la de la experiencia, el buen sentido, etcétera,
como todos nosotros?
Dios no hubiera nacido
en el establo. Punto.
Pero, con mi respeto
para la Teología, aquí no acaba todo;
aquí falta un minuto de lo que se debiera,
con todo mi respeto, llamar Teozoología.
Sí, que al buey y a la mula que allí estaban, oscuros,
alguien debió de darles también algún aviso,
pues ya veis -caso raro de veras- que, en lugar
de alborotarse trompicando en la penumbra,
todo pezuñas, costaladas y bufidos,
ante aquella invasión de su tibio descanso,
se quedaron echados, rindieron las testuces
y con algo que era casi amor, enfocaron
el vaho de sus morros hacia aquel puñadito
de carne sonrosada y llorona.
Si pienso
qué hubiera sucedido si a Dios aquella noche
le falta aquel aliento, que fue como una manta
de ternura gaseosa; lo distinta que pudo
haber sido la vida de los hombres,
concluyo
que la mula y el buey -benditos para siempre
ellos y sus estirpes-, a su modo, sabían
lo que estaban haciendo. Lo que estaba naciendo.
Miguel d'Ors
Villancico: La mula
Tomás Luis de Victoria: O magnum mysterium
¡Feliz Navidad!
¡Qué poema tan bonito, Rosa! Y tenía que ser de Miguel d´Ors! Por ese minuto tan cabal. Besos
ResponderEliminarEs precioso, sí, cuánta ternura y delicadeza.
EliminarEn el establo de Belén el cielo y la tierra se tocan. El cielo vino a la tierra.
Un abrazo grande.