San Juan de la Cruz (1542, Fontiveros - 1591, Úbeda)
«La poesía de san Juan de la Cruz —decía Juan Ramón Jiménez— es como la música, no necesita uno entenderla...
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De san Juan de la Cruz a una carmelita descalza (y en ella a todos nosotros), ante los sinsabores de la vida:
«Cuando se le ofreciere algún sinsabor y disgusto, acuérdese de Cristo crucificado, y calle. Viva en fe y esperanza, aunque sea a oscuras, que en esas tinieblas ampara Dios al alma. Arroje el cuidado suyo en Dios, que él le tiene; ni la olvidará. No piense que la deja sola, que sería hacerle agravio. Lea, ore, alégrese en Dios, su bien y su salud» (Carta 20).
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«¡Oh dulcísimo amor de Dios mal
conocido! El que halló sus venas descansó» (D 15).
Fiesta de S. Juan de la Cruz «Los ojos deseados que tengo en mis entrañas dibujados»
La Inmaculada Concepción (1767-1769) de Giambattista Tiepolo (Museo Nacional del Prado)
El papa Pío IX definió el dogma de la Inmaculada Concepción de María el 8 de diciembre de 1854 a través de la Bula Ineffabilis Deus.
La fórmula central del documento, en donde se define de manera clara la fe de la Iglesia, dice:
«La doctrina que enseña que la bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de pecado original en el primer instante de su Concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo, Salvador del género humano, es revelada por Dios, y por lo mismo debe creerse firme y constantemente por todos los fieles».
Inmaculada Concepción, Iglesia de Villalpando (Zamora)
La devoción a la Inmaculada Concepción se remonta en España a la época de los visigodos.
Anteriormente a la definición oficial del dogma, cuatro siglos antes de que el papa Pío IX lo definiera, treinta y un años antes de que la universidad de la Sorbona de Paris hiciese su famoso voto, y diez años antes de que el papa Sixto IV publicase la primera bula en pro de la Inmaculada, cuando aún seguía viva la discusión entre los teólogos en el seno de la Iglesia, ocurría en Villalpando, la Tierra de Campos zamorana, un voto histórico: el 1 de noviembre de 1466, trece pueblos se reunían en la iglesia de San Nicolás de Bari (Burgos), para realizar el primer voto del mundo a la Inmaculada Concepción. Proclamaron explícitamente y de forma solemne este misterio mariano, juramentando que defenderían "a costa de su sangre y de sus vidas" que la Virgen María fue concebida sin mancha y permaneció Virgen e Inmaculada "antes, en y después" del nacimiento de su Hijo.
Los representantes de los trece pueblos terracampinos hacen profesión de fe en torno a la imagen de la Inmaculada, de la escuela de Gregorio Fernández -la talla original no se conserva-, mientras el pueblo permanece apiñado a los pies de la Virgen y reza.
En reconocimiento a la contribución de la zamorana Tierra de Campos al triunfo del dogma de la Purísima Concepción, el papa Pío IX decidió colocar el monumento a la Inmaculada en la Plaza de España de Roma, junto a la Embajada española, donde cada 8 de diciembre se le rinde un homenaje público.
La devoción a la Virgen Inmaculada tiene también un «importante legado» en León. El convento de las Madres Concepcionistas, fundado en 1656, ratificó en 1657 su compromiso con la Virgen, tras lo cual el Ayuntamiento comenzó a participar en la festividad, acudiendo corporativamente al monasterio para cumplir con las prácticas protocolarias.
La madre Beatriz, del convento de las Madres Concepcionistas, destaca la importancia de este día para la comunidad religiosa: «Para nosotras es la solemnidad principal del año, porque honramos a nuestra madre, la Virgen Inmaculada. Toda nuestra vida gira en torno a ella, y es una honra recibir la visita del Ayuntamiento de León, que cumple con su compromiso desde hace siglos».
Es el corazón de León.
En lo que se refiere a la configuración icónica, la representación de la Virgen María, tiene múltiples tipologías, entre ellas se encuentran: el abrazo de san Joaquín y santa Ana, santa Ana Triplex, Trina o Trinitaria, Virgen Apocalíptica, Árbol de Jessé, Tota Pulchra y la Inmaculada. Esta última, la Inmaculada Concepción, conocida también como la Purísima Concepción, destaca sobre el resto durante el Barroco, en el siglo XVII.
Ya durante el siglo XVI se empleaba fundamentalmente el modelo iconográfico de María “Tota Pulchra”, que es una de las jaculatorias de las letanías lauretanas (Santuario de Nuestra Señora de Loreto, en Italia).
Se suele representar a la Virgen vestida de blanco, con un manto azul, en una actitud serena y majestuosa, con un pie puesto encima de la serpiente, que recuerda al pasaje del Génesis en el que Yahveh condena a la serpiente y establece la enemistad entre su estirpe y la de Eva. Así se presenta a la Virgen como la nueva Eva que aplasta a la serpiente, al pecado, es tota pulchra, sin pecado concebida.
A esta forma de representar a María, sobre todo como Reina coronada por la Santísima Trinidad, se une también la representación apocalíptica de la “mujer vestida de sol”.
Esta última imagen se inspira claramente en el pasaje de Apocalipsis 12,1:
«Una gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza».
“Quien se miente y escucha sus propias mentiras, llega a no distinguir ninguna verdad, ni en él, ni alrededor de él” (Fiódor Dostoyevski, Los hermanos Karamázov).
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Las reglas éticas varían, el honor no cambia.
Noble es el que prefiere fracasar a envilecer las herramientas de su triunfo.
Nicolás Gómez Dávila
Harry Nilsson - Without you
J. Brahms: Sinfonía n.º 3 en fa mayor, Op. 90 - III. Poco Allegretto
"El mundo es un xilófono de timbres de cristal bajo el que despertamos con el temor antiguo de vernos sorprendidos por un día ya adulto. Primero, la delgada lengua del Campanile. Luego se oye la gruesa campana como un oso que gruñe violentando los estanques del cielo. Y cuando el sol descifra la cámara secreta del áureo baptisterio, comienzan a moverse nuestros cuerpos desnudos como torsos de esclavos que salieran del mármol".
G. L. Bernini, El éxtasis de Santa Teresa o transverberación de Santa Teresa
Santa Teresa escribiría en el capítulo 29 de su Vida:
“Quiso el Señor que viese aquí algunas veces esta visión: veía un ángel cabe mí hacia el lado izquierdo, en forma corporal, lo que no suelo ver sino por maravilla; aunque muchas veces se me representan ángeles, es sin verlos, sino como la visión pasada que dije primero. En esta visión quiso el Señor le viese así: no era grande, sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido que parecía de los ángeles muy subidos que parecen todos se abrasan.
Deben ser los que llaman querubines, que los nombres no me los dicen; más bien veo que en el cielo hay tanta diferencia de unos ángeles a otros y de otros a otros, que no lo sabría decir. Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor, que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor, que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. No es dolor corporal sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun harto. Es un requiebro tan suave que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo a su bondad lo dé a gustar a quien pensare que miento” (Vida 29,13)
Quiénes son, en realidad y sin leyendas, las dos culturas que se encuentran, Castilla y Anahuac. Y conocer cómo castellanos y tlaxcaltecas, con el apoyo franciscano, comienzan a construir México un día después del 13 de agosto de 1521.
Llamo a la puerta pido la fe pero no una con el llanto sobre los hombros una que cuente las estrellas y no pueda ver las gallinas una como la mariposa de un solo día sino una que siempre sea fresca por infinita una que siga como una oveja a su madre no conciba sino entienda escoja la más sencilla de las palabras que no tenga para todo respuesta y no caiga patas arriba cuando a alguien le parte un rayo.
Jan Twardowski
J.S. Bach - Prelude & Fugue No. 1 in C major, BWV 846, WTC I