Masolino da Panicale, detalle de La vida de San Juan Bautista: Bautismo de Cristo, Frescos del Baptisterio de Castiglione Olona, h. 1435, Varese, Italia.
El Bautismo de Cristo es una de las escenas más representadas del Nuevo Testamento
desde los orígenes de la iconografía cristiana.
Cierra el ciclo litúrgico de la Navidad.
Giusto de Menabuoi, El Bautismo de Cristo, h. 1378, Frescos del Baptisterio de la Catedral de Padua, Italia.
Fra Angelico, Bautismo de Cristo, 1441, Museo de San Marcos, Florencia, Italia.
Manuel Paz y Montejo, El Bautismo de Cristo, 1749, Templo de San Lázaro del Rímac, Lima, Perú.
Nicolas Poussin, El Bautismo de Cristo, 1642, Galería Nacional de Arte de Washington.
Christoph Schwarz, Bautismo de Cristo, 1575-1580, Museo Nacional del Prado, Madrid, España.
Bartolomé Esteban Murillo, Bautismo de Cristo, h. 1655, Berlín, Gemäldegalerie.
Francesco Albani, Bautizo de Jesús en el Jordán, 1600
Juan Fernández Navarrete, "el Mudo", El Bautismo de Cristo, Museo Nacional del Prado, Madrid, España.
Taller de Rogier van der Weyden, detalle del Tríptico de San Juan Bautista, h. 1455. Berlín, Gemäldegalerie.
«Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco» (Mc 3,17)
Los cuatro Evangelios indican, aunque de formas diversas, que al salir Jesús de las aguas el cielo se «rasgó» (Mc), se «abrió» (Mt y Lc), que el espíritu bajó sobre Él «como una paloma» y que se oyó una voz del cielo que, según Marcos y Lucas, se dirige a Jesús: «Tú eres...», y según Mateo, dijo de él: «Éste es mi hijo, el amado, mi predilecto» (3, 17). La imagen de la paloma puede recordar al Espíritu que aleteaba sobre las aguas del que habla el relato de la creación (cf. Gn 1, 2); mediante la partícula «como» (como una paloma) ésta funciona como «imagen de lo que en sustancia no se puede describir.» (Gnilka, I, p. 78). Por lo que se refiere a la «voz», la volveremos a encontrar con ocasión de la transfiguración de Jesús, cuando se añade sin embargo el imperativo: «Escuchadle».
Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, ed. La esfera de los libros, pág. 45