Filosofar y cocinar, actividades antiquísimas ambas, han permanecido, a menudo, ajenas la una de la otra...
La filosofía ha permanecido ajena durante mucho tiempo a un hecho cultural fundamental como es el de la cocina, entre otras cosas por la diferencia de sexo de quienes las practican: ámbito femenino por excelencia la cocina, territorio puramente masculino la filosofía. El menú filosófico no se aderezó con un discurso a favor de las bondades culinarias.
Ya Platón consideraba lo culinario como una actividad inferior. Pero comer y conocer tienen raíces parecidas; la filosofía cocina pensamientos y la cocina alimentos para ofrecernos un menú diverso e integrado profundamente en el ambiente cultural de cada época, ambas están hechas de la misma pasta, de ahí las numerosas metáforas: devorar un libro, digerir un concepto, mascar algo de latín, tener sed de saber...
No parece ser la opinión de Sor Juana Inés de la Cruz, quien, entre fogones, guisó también muchos de sus pensamientos; consideraba la cocina como su espacio filosófico:
Sor Juana Inés de la Cruz defendió su derecho como mujer a la educación y al uso de la razón dentro del contexto de su obra. En 1690 cuando el obispo de Puebla la invitara a dedicarse en su trabajo a temas religiosos más que a los seculares, ella lanzó su famosa: "La respuesta a Sor Filotea de la Cruz", en la cual de manera valerosa y elocuente defendió su vocación intelectual y su derecho a aprender y a escribir.
Sor Juana reclama la cocina como un lugar de libertad y creatividad:
Pues ¿qué os pudiera contar, Señora, de los secretos naturales que he descubierto estando guisando? Veo que un huevo se une y fríe en la manteca o aceite y, por contrario, se despedaza en el almíbar; ver que para que el azúcar se conserve fluida basta echarle una muy mínima parte de agua en que haya estado membrillo u otra fruta agria; ver que la yema y clara de un mismo huevo son tan contrarias, que en los unos, que sirven para el azúcar, sirve cada una de por sí y juntos no. Por no cansaros con tales frialdades, que sólo refiero por daros entera noticia de mi natural y creo que os causará risa; pero, señora, ¿qué podemos saber las mujeres sino filosofías de cocina? Bien dijo Lupercio Leonardo, que bien se puede filosofar y aderezar la cena. Y yo suelo decir viendo estas cosillas: Si Aristóteles hubiera guisado, mucho más hubiera escrito. Y prosiguiendo en mi modo de cogitaciones, digo que esto es tan continuo en mí, que no necesito de libros; y en una ocasión que, por un grave accidente de estómago, me prohibieron los médicos el estudio, pasé así algunos días, y luego les propuse que era menos dañoso el concedérmelos, porque eran tan fuertes y vehementes mis cogitaciones, que consumían más espíritus en un cuarto de hora que el estudio de los libros en cuatro días; y así se redujeron a concederme que leyese; y más, Señora mía, que ni aun el sueño se libró de este continuo movimiento de mi imaginativa; antes suele obrar en él más libre y desembarazada, confiriendo con mayor claridad y sosiego las especies que ha conservado del día, arguyendo, haciendo versos, de que os pudiera hacer un catálogo muy grande, y de algunas razones y delgadezas que he alcanzado dormida mejor que despierta, y las dejo por no cansaros, pues basta lo dicho para que vuestra discreción y trascendencia penetre y se entere perfectamente en todo mi natural y del principio, medios y estado de mis estudios.
(Respuesta de la poetisa a la muy ilustre Sor Filotea de la Cruz)
Ensayo sobre Cocina y Filosofía, muy interesante
¡Qué idea tan interesante la que has tenido con este blog! Recoges un material susceptible de ser utilizado en muchas materias dentro del ámbito de la educacón, y lo que me parece más importante, es original y motivador. Te felicito.
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