sábado, 7 de julio de 2012

El amor de Mahler








No me había dado cuenta de que hoy es el Aniversario de Gustav Mahler, hasta que me lo han recordado, y no quiero que pase sin rendirle un pequeño homenaje.
Este vídeo me encanta, a parte de la dirección de Valery Gergiev (ver a Bernstein es también una delicia) y de la Orquesta Mundial por la Paz, porque el arpa aparece varias veces en las imágenes, algo que no siempre sucede. El sonido del arpa, tan "humilde", en medio de tantos instrumentos de cuerda, siempre me fascina. 
 
Mahler compuso música de cámara, obras corales, ciclos de canciones, sinfonías...para muchos es en las sinfonías donde alcanzó su máxima grandeza como compositor.
El Adagietto para arpa y cuerdas de la 5ª Sinfonía es el cuarto movimiento de los cinco que forman esta obra, compuesto entre 1901 y 1902, y en unas circunstancias personales muy especiales (Mahler acababa de conocer a Alma, y su inspiración es muy evidente); para algunos esta sinfonía y en concreto el Adagietto, fue como un "regalo de boda" de Gustav hacia Alma; como un tema que retrata musicalmente a su esposa.

A muy pocos músicos les ha pasado lo que a Gustav Mahler: el éxito y el conocimiento de sus obras le llegó casi un siglo después de su muerte. Mahler, nacido el 7 de julio 1860 y muerto en 1911, siempre supo que su tiempo aún no había llegado (el mismo manifestó que su música no sería apreciada hasta cincuenta años después de su muerte); durante muchos años fue un compositor apenas interpretado, y su obra tuvo que esperar hasta el centenario de su nacimiento para que esta tendencia empezase a cambiar.
Ahora es unánimemente considerado uno de los mayores creadores musicales del siglo XX.

Convertido al catolicismo (era judío), fue nombrado director de orquesta de la ópera de Viena.
Ya siendo un director consolidado en Viena, a los 41 años conoció a  la que fue el gran amor de su vida: la pianista Alma Schindler, de 20 años.
El se enamoró inmediatamente y tras tres meses de compromiso, se casaron en 1902.
Fueron  felices los primeros años de su matrimonio y tuvieron dos hijas: María y Anna.

Mahler aseguraba amar profundamente a su esposa, pero su amor incluyó ciertos términos impuestos antes de contraer matrimonio, tales como la exigencia de que Alma renunciara a sus aspiraciones musicales  para que él pudiera dedicarse exclusivamente a dirigir y componer (dos músicos no tenían cabida en su hogar, según el músico) mientras ella atendía a su familia, supervisaba las finanzas y ejercía como copista de las partituras y lectora de las pruebas de las obras de su marido. Si bien en principio Alma asumió esta imposición, con el tiempo se sintió prisionera en medio de una vida que siempre giraba alrededor de la genialidad de su famoso esposo, sumida cada vez mas en el tedio de una resignación forzada (Qué duro es ser tan despiadadamente privada de [...] lo más cercano al corazón, escribía en su diario íntimo).
 
A los cinco años del matrimonio, en 1907, su hija mayor, María, murió de escarlatina complicada con difteria, hecho que sumió a toda la familia en una crisis que se agravó cuando, al poco tiempo, al mismo Mahler le fue diagnosticada una severa dolencia cardíaca que lo cambió para siempre.
Su vida dio un giro radical: acostumbrado a trabajar incansablemente, sus médicos le recomendaron bajar drásticamente su nivel de actividad. La familia tenía una casa en el sur de Austria, en Maiernigg, rodeada de montañas y lagos, donde pasaban los veranos y donde Mahler, gran amante del montañismo, buceo y escalada, se relajaba, inspiraba, aislaba y podía componer con toda tranquilidad. En el verano de 1907, agobiado y deprimido, cerró su casa en Maiernigg, a la que nunca regresó.

Su actividad no cesó, aunque para Alma su enfermedad marcó el "principio del fin".

En el verano de 1910 se produjo una crisis en el matrimonio, que venía gestándose desde hacia tiempo: Mahler cada vez más enfermo y más deprimido, y Alma, triste y desanimada.

(Sobre las enfermedades de Mahler, el magnífico estudio en el blog Tiempo para la memoria).

Mahler la envía a descansar a un balneario, en Tobelbad, cerca de Graz (Austria), donde conoció al joven arquitecto Walter Gropius, con quien mantuvo una relación de la que nunca quiso hablar claramente, pues ocurrió mientras su marido más la necesitaba.
Aunque ella permaneció a su lado hasta el final, la relación con Gropius continuó de forma clandestina  (Mahler súbitamente comenzó a interesarse por sus obras, era una prometedora compositora de lied, pero fue demasiado tarde para Alma).

En septiembre de 1910, estrena su Octava Sinfonía, dedicada también a su esposa y compuesta cuatro años antes en Maiernigg, durante el verano de 1906. Fue la última obra que Mahler estrenó en vida y contó con un gran éxito de crítica y público cuando la dirigió en el estreno absoluto en Múnich, el 12 de septiembre de 1910. Según sus biógrafos fue su mayor éxito en vida. 
A la salida del evento su alegría se vio ensombrecida cuando descubrió una carta enviada por Gropius a Alma, y se dio cuenta de la relación entre ambos.
Mahler se hundió y éste parece ser el motivo que le llevó a una consulta con Sigmund Freud (después de la entrevista, parece que Mahler mejoró, y el matrimonio retomó su relación).
Sus enfermedades se agravan.

Cuando supo que se moría, indicó a Alma que quería una tumba sencilla en la que sólo apareciera su nombre, sin más:

"Los que vengan a verme, sabrán que estoy allí. Los demás no tienen por qué saberlo."


Murió en mayo de 1911. Está enterrado en Viena, la ciudad que fue testigo de sus más grandes éxitos.

En el blog Ars Vitae más sobre Mahler. Muy interesante. 
Gracias Ars, por recordármelo.
Para mi hija, en un día muy especial.




6 comentarios :

  1. Una entrada como todas las tuyas, de las que siempre se aprenden cosas nuevas. Gracias.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias,Tracy.
      Un beso muy fuerte,¡¡¡felices vacaciones!!!

      Eliminar
  2. Una vida atormentada la de Alma Mahler. Aunque creo que ambos si hiceron la vida imposible. Imponer al otro que renuncie a algo, no es querer. Creo que el auténtico amor de Mahler fue él, y después, su música. Siempre tengo la duda de dónde acaba la enfermedad psíquica y rempieza la maldad o el egoísmo.

    Gracias por la referencia a mi blog.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Lo que dices en tu blog es un complemento fundamental para comprenderlo.Es complejo.
      Gracias por venir, un beso fuerte.

      Eliminar
  3. Gracias por este delicioso recordatorio. Yo también admiro a Mahler.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias a ti, María José, por tu visita. Me alegra la coincidencia.
      Un beso.

      Eliminar