viernes, 31 de agosto de 2012

Y agosto se va...



Inevitablemente, cuando llega septiembre, me invade una cierta tristeza; no es porque empiezo a trabajar, para mí la enseñanza no es sólo trabajo, es mi vocación, siempre lo fue, pero se va una de mis hijas a estudiar fuera, y nunca me acostumbro. He buscado uno de los libros que les leía cuando eran pequeñas, antes de acostarse, y lo he encontrado: "El pájaro del alma"

 
   

 
 
 
Hace unos días, "mis otros niños",  me han dejado este vídeo en el correo: "Como sabemos que te gusta, te lo mandamos..." Mis "otros niños" son de la catequesis. Soy catequista de mi parroquia desde hace años, y este año recibieron la Confirmación; son unos soles, cada poco me envían mensajes; les recuerdo con mucho cariño. Pasamos juntos tres años muy bonitos y enriquecedores; juntos aprendimos a valorar más el maravilloso don de la fe. Recibí constantemente Luz en su compañía y me ayudaron a leer la Palabra con "los ojos de un niño". Sin necesidad de grandes análisis, enseguida captaban la esencia. Han sido una bendición.
 
Os dejo el vídeo, son amantes de la música y tocan maravillosamente el violín y la flauta travesera
 
 
 

 
 
Y termino con otro cuento.
 
Os quiero.
 
 

 
 
 
Ayer me enteré de que el autor del magnífico blog ENSEÑ-ARTE falleció en julio del año pasado. Lo siento mucho. Descanse en Paz. Su blog permanece, un gesto muy generoso.
 
 
 Y hoy, gracias a Tracy, me he enterado de que es el "Día del blog". Felicidades para todos.



 

miércoles, 29 de agosto de 2012

Un delicioso café






Un paseo por los cafés en la pintura...


Café de París. Robert Finale



 El café. Pierre Auguste Renoir



La Pâtisserie (pastelería) Gloppe aux Champs-Élysées, 1889. Jean Béraud



Café de París. Joaquín Sorolla



Terraza del Café de la Place en Arlés, por la noche. Vincent van Gogh


"Aquí tienes un nocturno pintado sin una mota de negro, sólo hecho a base de un maravilloso azul, violeta y verde".  Vincent a Theo



En el café. Frederick Childe-Hassam



Café de Montmartre. Santiago Rusiñol



Café de la Paix. Edouard León Cortés



Terraza de café. Pierre Bonnard



Café  Royan. Pablo Picasso



Café de la Paix Opera. Antoine Blanchard



Interior de café. Édouard Manet



Café en la Riva degli Schiavoni. John Singer Sargent



Mujeres en la terraza de un café. Edgar Degas



Escena de café. Edouard Vuillard



Café nocturno en Plaza Lamartine, Arlés. Vincent van Gogh



Café. Edward Hopper



Terraza de café. Leonard Wren



El Palacio de Justicia de París. Thierry Duval



 En el café. Félix Vallotton



Café matinal en el Boulevard Grands Augustins. Ramón Ward-Thompson



La terraza del Café Du Glacier, Place Stanislas. Leon Joseph Voirin



  Café de la plaza. Laurent Parcelier
 


 Terraza de café. Nikolaj Klodt



Terraza en Sainte-Adresse. Claude-Monet.



Terraza de café. Itzchak Tarkay



Mesas. Aldo Balding



 La tertulia del Café  Pombo. José Gutiérrez Solana





Uno de los más famosos café-concierto de la noche parisina de finales del siglo XIX, el Folies-Bergère. La callada y ensimismada camarera, Suzon se llamaba, de mirada vacía, agotada, cierra este paseo.


Una última visita a los cafés de París...








lunes, 20 de agosto de 2012

El suflé de Sabrina









Sabrina, de Billy Wilder. 
Una obra maestra de la comedia romántica. Si soy honesta debo decir que todavía leo cuentos de hadas, son los que más me gustan, nos dice Audrey Hepburn.

Y como un cuento de hadas comienza la película:

" Érase una vez, en la ribera norte de Long Island, a unos cuarenta kilómetros de Nueva York, una niña que vivía en una enorme finca..."
  
Sabrina nos cuenta su vida junto a su padre, chófer de una acaudalada familia, los Larrabee. Contempla desde el jardín de la casa las fiestas que celebran, y sueña con una vida mejor. Está enamorada del hermano menor, David.





Para apartarla de sus fantasías románticas, su padre la envía a París a estudiar cocina en la famosa escuela Cordon Blue.
Sabrina le escribe cartas  desde un pequeño apartamento con un balcón situado al lado del Sacré Coeur.






"Querido padre: no sabes cuánto te quiero por haberme enviado aqui ...
Es una hora avanzada de la noche y al otro lado de la calle están tocando LA VIE EN ROSE!... es el modo que emplean aquí para decir ¡mira la vida como a través de un cristal... un cristal de color de rosa! y así es como yo la miro ahora...
He aprendido muchas cosas... a hacer crêpes... y una receta más importante: he aprendido a vivir, a no quedarme apartada contemplando como viven los demás ...
Por si no me reconoces cuando llegue, seré la mujer más "chic" que encontrarás en el andén..
Te quiere tu hija.
Sabrina"





Las escenas de cocina son muy divertidas. La cocina tiene una pared con una gran ventana circular con vistas a la Torre Eiffel; de pronto aparece un chef francés con gorro y bigote dando una lección sobre cómo cascar huevos.





O la famosa escena del suflé






El chef va pasando revista a los soufflés que han cocinado los alumnos.

Bajo. Blando. Duro. Muy bajo. Demasiado alto. Bien. Comme çi, comme ça... Demasiado duro. Superbe! mi querido Barón... Cuando mira el soufflé de Sabrina, murmura despectivamente: está crudo...
-No sé qué ha ocurrido... responde Sabrina desolada.
-Yo le explicaré lo que le ha ocurrido. Sencillamente se olvidó de encender el horno -le explica el Barón (es compañero de Sabrina en el cursillo de cocina).
-Hace tiempo que vengo observándola, señorita. No presta atención a las clases; su imaginación vuela muy lejos. Está usted enamorada y me atrevería a decir más: es usted desgraciada en amores.
-¿Se nota? -contesta Sabrina.
-Pues claro está. Una mujer afortunada en amores quema el soufflé. Pero una mujer desgraciada en amores no se acuerda nunca de encender el horno... Lo adivino, ¿verdad? -responde el Barón.






De su breve infancia en Bélgica, sabemos que la actriz conservó algunos gustos gastronómicos y una adicción de por vida al chocolate: "Seamos realistas, un agradable pastel cremoso de chocolate puede hacer mucho por un montón de gente, lo hace por mí".

(…) la acompañaba dos veces al día Dinty Moore’s, un pequeño restaurante que había al otro lado del teatro, donde servían un buensteak tartare, una especialidad europea hecha con solomillo de buey de la mejor calidad, picado y mezclado con huevo batido, mostaza, salsa worcestershire, cebolla, alcaparras y especias (…). Tras el estreno de Gigi, Audrey volvió por allí con frecuencia, acompañada de sus amigos para tomar lo que más le gustaba: los huevos escalfados con picadillo de carne, regados con cerveza belga.

Audrey Hepburn, La biografía, de Daniel Spoto






Os dejo la famosa receta:

Suflé de queso de Sabrina

4 dl de leche
150 gr. de harina
60 gr. de queso rallado Gruyère o Emmenthal
30 gr. de mantequilla
4 huevos

Cocer la leche y enfriar. En otro cazo, calentar la mantequilla, remover y añadir la harina. Mezclar con la leche. Añadir la sal y la pimienta.

Calentar de nuevo, añadir las 4 yemas, el queso y 4 cucharadas de leche fría.
Batir las claras y mezclar con la masa. Rellenar los moldes y hornear a 180° durante 15 minutos.



Fotografiada por Richard Avedon. Funny face ("Una cara con ángel)



Sencilla, fina, elegante y solidaria:

Recordar, siempre se necesita una mano que ayude, ellas están en el extremo de tus brazos. Mientras nos vamos haciendo más viejos, ellas nos recuerdan que una mano es para que te ayuden y la otra para ayudar.

Audrey Hepburn, con mucho encanto:

Cualquier persona que no crea en los milagros, no es realista.














jueves, 9 de agosto de 2012

El alma de la rosa




El alma de la rosa,  John William Waterhouse


“La vida tal como es,
   la poesía tal como la vida.”


Mujer sin nombre

Yo no digo tu nombre. Yo digo mi locura.
Mírame cómo tengo los labios: como ríos
que atraviesan cantando tu hermosura.

Digo mi gran fervor, mi desespero.
Digo lo que me quema cuando llegas
y cuando ya te has ido, lo que espero.
      
Escribo mi apetencia de ser dueño
de toda la candela de tus brazos,
para quemarme en ella como un leño.
    
Mujer sin nombre, sí, pero nombrada
por mil voces ocultas: por mi instinto
que te tiene de gritos coronada.
    
Mi sangre hinca su alarido ardiente
en mi carne, socava mi estatura
y en mi mismo te busca ciegamente.
  
Y por buscarte así, como a una herida,
es mi sangre de tu alma y de tu imagen
la desenterradora enfurecida.
      
Mujer casi imposible, yo te evoco.
Para acercarte más cierro los ojos,
y por cerrarlos casi que te toco.
    
Te veo saltar del fondo de mis versos
y caer junto a mi alma, con tu pecho
dividido en dos tibios universos.
   
Te oigo hablar y siento que me quema
esa llama de música que vive
dormida en las palabras del poema.

       Te miro andar y siento que tus pasos,
siempre que en el crepúsculo se alejan,
más se acercan al sitio de mis brazos.
   
Pienso en tu cuerpo cálido y moreno,
y el cóncavo brasero de mis manos
de tu cuerpo se siente casi lleno.
    
Cuando miro tu talle me pregunto
si en una habitación deshabitada
por estar solo lo tendré más junto.
      
Cuando miro tus muslos yo me digo
que quizás en el tiempo de la siega
serán de mis trigales dulce trigo.

Y cuando veo tu pelo anochecido,
pienso que va a temblar como una estrella
cuando mi beso arranque tu gemido.
     
Te espero, sí, con tanto desespero,
que la cal de mis huesos ya no puede
con la muerte profunda con que muero.
      
Ahora solo falta que te atrevas
y que congregues todas tus pasiones
con la pasión recóndita que llevas.
    
Mientras tanto yo soy el infinito,
y tú el surco de estrellas asediado
         por la semilla amarga de mi grito.       



 
 

miércoles, 8 de agosto de 2012

Cáritas


 
 
 
Sede del comedor social. Cáritas de León


La directora de Cáritas de León, Beatriz Gallego, no esconde su indignación por una situación a la que se niega a llamar crisis. «Ya no es una crisis, nos hemos hundido. Hemos cambiado a una involución, a una cronificación y extensión de la pobreza. Es un estado inferior a la crisis, un retroceso de la economía de las personas más pobres, que están aumentando considerablemente».

Gallego recuerda que la tarea de Cáritas es la acción caritativa y social para ayudar al desarrollo integral de todas las personas que estén en estado de necesidad, «esa es la doctrina de la Iglesia, pero nosotros», advierte, «ni queremos ni podemos sustituir al Estado en sus funciones».

La pobreza se cronifica y se extiende en León, incluso en los perfiles sociales que nunca antes había necesitado ayuda. «Hace dos años acudían las personas a las que se les solucionaba el problema en unos meses, ahora se alarga».

Recortes

El aumento de las peticiones de ayuda llega en un momento de anuncios de recortes de subvenciones por parte de la administración. «de momento. la Junta nos ha pagado el primer plazo como siempre, estamos pendientes de lo que va a pasar a partir de ahora. Hay otras partidas que han aumentado, como la de las privadas o la de la Fundación Fernández Peña. Los leoneses se vuelcan con los más necesitados», asegura. «Nuestra función es la denuncia social para despertar las conciencias, también de los políticos. Lo que pasa es una muestra clara de que el Gobierno no va por buen camino».

Cáritas espera septiembre. Prepara todos sus recursos para doblar su asistencia.

Fuente. Diario de León, 8 de agosto de 2012


Os invito a ver esta conferencia impartida por el  secretario general de Cáritas, Sebastián Mora.

Muy interesante.









 

martes, 7 de agosto de 2012

Una tarta de fresas

 
 
 
Naturaleza muerta con fresas, Pierre-Auguste Renoir



"Siempre nos quedarán las palabras". 

 
"Su padre, el señor Samuel Allen, era fontanero, y su madre, La señora Vivian Allen, se dedicaba por las mañanas a cuidar ancianos en un hospital de ladrillo rojo rodeado por una verja de hierro. Cuando volvía a casa, se lavaba cuidadosamente las manos, porque siempre le olían un poco a medicina, y se metía en la cocina a hacer tartas, que era la gran pasión de su vida.


 

Niña con fresas. Charles Baxte



La que mejor le salía era la de fresas, una verdadera especialidad. Ella decía que la reservaba para las fiestas solemnes, pero no era verdad, porque el placer que le sentía al verla terminada era tan grande, que había terminado por convertirse en un vicio rutinario, y siempre encontraba en el calendario o en sus propios recuerdos alguna fecha que justificase aquella conmemoración. Tan orgullosa estaba la señora Allen de su tarta de fresa que nunca le quiso dar la receta a ninguna vecina. Cuando no tenía más remedio que hacerlo, porque le insistían mucho, cambiaba las cantidades de harina o de azúcar para que a ellas les saliera seca y quemada.
 
- Cuando yo me muera- le decía a Sara con un guiño malicioso-, dejaré dicho en mi testamento dónde guardo la receta verdadera, para que tú le puedas hacer la tarta de fresa a tus hijos.
“Yo no pienso hacerles nunca tarta de fresa a mis hijos”, pensaba Sara para sus adentros".

Carmen Martín Gaite.  Caperucita en Manhatann








jueves, 2 de agosto de 2012

La vida sencilla

 
 
 
Panes. Claudio Bravo
 



Llamar al pan y que aparezca
sobre el mantel el pan de cada día;
darle al sudor lo suyo y darle al sueño
y al breve paraíso y al infierno
y al cuerpo y al minuto lo que piden;
reír como el mar ríe, el viento ríe,
sin que la risa suene a vidrios rotos;
beber y en la embriaguez asir la vida,
bailar el baile sin perder el paso,
tocar la mano de un desconocido
en un día de piedra y agonía
y que esa mano tenga la firmeza
que no tuvo la mano del amigo;
probar la soledad sin que el vinagre
haga torcer mi boca, ni repita
mis muecas el espejo, ni el silencio
se erice con los dientes que rechinan:
estas cuatro paredes, papel, yeso,
alfombra rala y foco amarillento
no son aún el prometido infierno;
que no me duela más aquel deseo,
helado por el miedo, llaga fría,
quemadura de labios no besados:
el agua clara nunca se detiene
y hay frutas que se caen de maduras;
saber partir el pan y repartirlo,
el pan de una verdad común a todos,
verdad de pan que a todos nos sustenta,
por cuya levadura soy un hombre,
un semejante entre mis semejantes;
pelear por la vida de los vivos,
dar la vida a los vivos, a la vida,
y enterrar a los muertos y olvidarlos
como la tierra los olvida: en frutos…
Y que a la hora de mi muerte logre
morir como los hombres y me alcance
el perdón y la vida perdurable
del polvo, de los frutos y del polvo.

Octavio Paz