Te equivocas, sin duda. Alguna vez alcanzan
tus manos el milagro;
en medio de los días que idénticos transcurren,
tu indigencia, de pronto, toca un fulgor que vale
más que el oro más puro:
con plenitud respira tu pecho el raro don
de la felicidad. Y bien quisieras
que nunca se apagara la intensidad que vives.
Después, cuando parece que todo se ha cumplido,
te entregas, cabizbajo, a la añoranza
del breve resplandor maravilloso
que hizo hermosa tu vida y sortilegio el mundo.
Tu error está en creer que la luz se termina.
Al cabo de los años he llegado a saber
que en la naturaleza del milagro
se funden lo fugaz y lo perenne.
Tras su apariencia efímera,
el relámpago sigue viviendo en quien lo vio.
Porque su luz transforma y ya no eres
el hombre aquel que fuiste antes de que en tus ojos,
de que en el fondo oscuro de tu ser fulgurase.
No, la luz no se acaba, si de verdad fue tuya.
Jamás se extingue. Está ocurriendo siempre.
Mira dentro de ti,
con esperanza, sin melancolía.
No conoce la muerte la luz del corazón.
Contigo vivirá mientras tú seas:
no en el recuerdo, sino en tu presente,
en el día continuo del sueño de tu vida.
Eloy Sánchez Rosillo, Luz que nunca se extingue,
Miro dentro.
ResponderEliminarOscuro.
Es lo que hay.
Besos.
Bueno, pues vale, no creo que sea nada del otro mundo, Toro.
EliminarEn la oscuridad, aparente, siempre está la luz latente ... puede que sea aun mucho más luminosa ...
Un beso, Toro.
Siempre traes poemas interesantes. Gracias y abrazos.
ResponderEliminarMe gusta mucho este poeta.
EliminarGracias a ti y montones de besos fuertes.
Seguro que me equivoco, pero llevo tantos años buscando esa luz potente que ilumine todos los resquicios de mi alma...
ResponderEliminarA estas alturas de mi vida, Rosa, no estoy segura de nada, salvo de Dios, bueno y de que este poema es precioso y penetrante..
Muchos besiños, Rosa.
Estás segura de lo más importante, querida Militos.
EliminarSolo Dios basta, decía santa Teresa ...
Besiños de martes, que son más besiños ...
No, la luz no se acaba, si de verdad fue tuya.
ResponderEliminarJamás se extingue. Está ocurriendo siempre.
Mira dentro de ti,
con esperanza, sin melancolía.
No conoce la muerte la luz del corazón.
Contigo vivirá mientras tú seas:
no en el recuerdo, sino en tu presente,
en el día continuo del sueño de tu vida.
Me quedo con esto, sencillamente precioso y verdadero.
Gracias, Rosa.
Gracias, hermanas. Gracias por estar en la red dando testimonio de esta Luz que nunca se extingue.
EliminarTambién me quedo, especialmente, con estos versos.
Un beso grandísimo.