Felices las ciudades que conservan
indemnes sus iglesias, y felices
las que, después del siglo, las consagran.
Ninguno dijo en ellas: «Dios no existe,
y si existe, no cuida de nosotros;
mirad, si no, la muerte de los niños,
que le culpa o le niega, y la injusticia
y la tristeza avasallando el mundo».
Felices porque su esperanza vive
y les hizo decir humildemente:
«La culpa del dolor es sólo nuestra».
Julio Martínez Mesanza
Y feliz el encuentro con las torres y campanarios de las iglesias por los caminos de España.
ResponderEliminar¡Buen finde!
:)
EliminarSí, feliz encuentro.
¡Buen finde también para ti!
Qué bello poema y la imagen impresionante!!
ResponderEliminarMuchísimas gracias
Gracias a ti, Maite.
Eliminar¡Un beso!