"Lo primero que ha de tener el alma, para ir al conocimiento
de Dios, es el conocimiento de sí propio."
Subida al Monte Carmelo, Lib. II cap S.
"Sabor de bien que es finito,
lo más que puede llegar
es cansar el apetito
y estragar el paladar.
Y así, por toda dulzura
nunca yo me perderé,
sino por un no sé qué
que se halla por ventura."
(Glosa a lo divino)
Fragmentos de un pequeño ensayo ...
El caso de San Juan de la Cruz es el siguiente: se trata de un religioso carmelita del siglo XVI (1542-1591), que con Santa Teresa, emprende la reforma de su Orden, en un ambiente hostil, en el que su figura física, desmedrada y pequeña, se mueve trabajosamente. España, en aquella época, ha dilatado su poderío más allá de los límites del sol (...) La vida de este frailecito se pierde como el piar melódico de un pájaro migratorio o la burbuja que refleja una luz en la inmensidad del mar. En aquella España imperial, prepotente y magnífica, él es el "hijo de un pobre tejedorcillo". Ha escrito algunos versos a ruego de unas monjitas: ha escrito unas explicaciones de esos versos, a petición de unos frailes. A los 49 años, sin gloria y con muchas penas, desaparece de la vida entre los dolores de unas terribles úlceras. Sus escritos encontraron refugio amoroso en las estancias conventuales; eran las flores blancas que cayeran del manzano, en pleno gozo primaveral, azotado por el cierzo. El había dicho en una de sus canciones maravillosas:
"Entre las azucenas olvidado.
Cesó todo y dejeme,
dejando mi cuidado".
(La Noche Oscura)
(...) Y si por haber escrito cuatro o cinco poemas en endecasílabos y una media docena de composiciones en metro menor San Juan de la Cruz "condensa uno de los mayores torrentes de luz y de calor que haya producido el espíritu del hombre", como escribe Dámaso Alonso y es "el más alto poeta de España", si por aquellos versos que escribió para sus monjas, llega a "la cumbre de la poesía mística española", según critica Díaz-Plaja, si al exponer su doctrina "ha forjado el instrumental léxico del análisis psicológico y las palabras amplían sus dimensiones conceptuales para abarcar la infinitud vivida", a juicio de Rafael Sopesa, por la claridad excelsa de la noche oscura, por aquella luz recogida en sus prosas y que es lo que matiza, aclara y completa sus poemas de amor divino, San Juan de la Cruz, el hijo del tejedorcillo, el que sufrió persecuciones, vapuleos y cárcel, mereció que el Vicario de Cristo, infalible, en la persona de S. S. Pío XI lo declarase Doctor de la Iglesia. De la Noche oscura, escrita en España, por un fraile de Castilla, brotó la luz que ilumina a todo hombre de la tierra que busca el encuentro con Dios.
Eladio Esparza, San Juan de la Cruz (1542-1591)
Te dejo un no sé qué.
ResponderEliminarY un beso.
:)
EliminarSí, lo mismo te dejo, Toro.
:)
Una preciosa entrada para el día de hoy. La tengo que leer con más calma.
ResponderEliminarBesos, Rosa.
San Juan de la Cruz, con calma ...
EliminarUn beso, querida Maite.
Bravo por encontrarme aquí al "más alto poeta de España".
ResponderEliminar¡Un besazo!!!
EliminarGracias, compi y amiga.
San Juan de la Cruz, al igual que Santa Teresa, dejaron un gran legado espiritual que sigue "conduciendo" a muchas personas. Me ha encantado la entrada Rosa. De todo corazón, desde la Tertulia Cofrade Cruz Arbórea venimos a desearte una muy Feliz Navidad.
ResponderEliminarSí, Pepe, siguen conduciendo ...
EliminarSon maravillosos.
También os deseo de todo corazón una ¡muy Feliz Navidad!!!
Un abrazo, Pepe.
Recuerdo que cuando estudié su figura en clase de literatura me fascinó.
ResponderEliminarInteresante la entrada, Rosa, gracias.
Besos, querida amiga.
A mí también.
EliminarUn beso.