martes, 20 de junio de 2017

Contra las cosas redondas ...




Ana Domínguez



"Poesía, no soy digno de que entres en mi página,
  pero una metáfora tuya bastará para sanarme".



Amamos las cosas redondas pensando
que han de ser eternas y amables y perfectas:
el pomelo bajo el rotundo sol de agosto,
la pulsera que orbita alrededor del pulso,
la moneda con dos caras y ninguna cruz,
el balón de playa en cuyo interior aún se respira
un paciente aire de mil novecientos ochenta y dos.

Hay días redondos en los que todo cuadra
y la vida parece marchar sobre ruedas:
alguien, lija en mano, se encargó
de sustraerle al mundo todas las esquinas,
todas las aristas, todos los bordes.

Pero basta que atravieses por un declive
o que todo se vuelva cuesta arriba de repente,
para comprobar que son las cosas redondas
las primeras en abandonar y en echar a correr:
el pomelo, la pulsera, la moneda y el balón.

Me niego en redondo a aceptar tales desplantes.
Ante las formas esféricas opongo las cosas informes.
Elijo las imperfectas, las imprecisas, las irregulares.
Aquellas llenas de taras, de abolladuras o de dobleces.
Hermosas y singulares, sin plegarse a ningún centro,
solo ellas permanecen y nos acompañan siempre.


Jesús Jiménez Domínguez







4 comentarios :

  1. Un poema redondo a pesar de todo, y la foto es fantástica.

    Besos, Rosa.

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    1. Sí, redondo, te dejo otro relacionado:

      ¿Cómo amar lo imperfecto,
      si escuchamos a través de las cosas
      cómo nos llama lo perfecto?

      ¿Cómo alcanzar a seguir
      en la caída o el fracaso de las cosas
      la huella de lo que no cae ni fracasa?

      Quizá debamos aprender que lo imperfecto
      es otra forma de la perfección:
      la forma que la perfección asume
      para poder ser amada.

      Roberto Juarroz

      ¡Un beso!

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  2. Depende de lo que se entienda por redondo.

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    1. Lo perfecto y lo perfecto no es humano.

      Un beso fuerte, Tracy.

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