Hendrik Voogd
El jilguero de Quevedo (Silva XXII)
Flor que cantas, flor que vuelas,
y tienes por facistol
y laurel, ¿para qué al sol,
con tan sonoras cautelas,
le madrugas y desvelas?
Digasmé,
dulce jilguero, ¿por qué?
(...)
Músico ramillete
es el jilguero en una flor cantora;
es el clarín de pluma de la aurora,
que, por oír al ruiseñor que canta,
madruga y se desvela,
y es Orfeo que vuela
y cierra en breve espacio de garganta
cítaras y vigüelas y sirenas.
Óyese mucho, y se discierne apenas,
pues átomo volante,
pluma con voz y silbo vigilante,
es órgano de plumas adornado,
una pluma canora, un canto alado,
el consuelo que sus voces deja.
Décima XII (Al ruiseñor)
Flor con voz, volante flor,
silvo alado, voz pintada,
lira de pluma animada,
y ramillete cantor.
Di, átomo volador,
florido acento de pluma,
bella organizada suma
de lo hermoso y lo suave,
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Puedo entregarme a ti, ruiseñor de lo
alto y tan ajeno
a ti que eres un yo que estuviese cantándote,
sucesiva hermosura que un instante en el alba
se atreve a detenerse
sobre una tierna rama ya suspensa en la luz
y viene a preguntarme por tu pluma y sus causas;
como si yo supiera si está todo en su sitio y
dispuesto en su orden
María Victoria Atienza
El último verso está resaltado por algún motivo?
ResponderEliminarO es el calor.... jajajjaa
Hummmm, puesss ... ¡qué se le va a hacer!!!
EliminarNo digo más.
Jajaja...
Vaya sinfonía tan agradable nos proporciona la naturaleza.
ResponderEliminarBesos
¿A que sí?
EliminarEspero que estés disfrutándola.
Un beso, Maite.
Mucha sensibilidad en estos poemas, querida Rosa.
ResponderEliminarBesos :)
Apareció el ruiseñor de Quevedo, eran días de verano en la montaña ...
EliminarUn beso ***
Gracias :)