El Parnaso, Virgilio (detalle). Rafael de Sanzio
Al despojarse de la túnica cristiana y de la toga clásica, no queda del europeo sino un bárbaro pálido.
Nicolás Gómez Dávila
***
Solicité la guía de Virgilio
para recorrer algunos círculos
de este mundo tan redondo
y feliz, pero bajó los ojos,
como si estuviera hablando
del Valle de las Sombras,
y dijo: Es que ya no entiendo nada,
ni ya me conoce nadie ¿sabes?
¡Y tal melancolía había en su queja!
José Jiménez Lozano
Virgilio, poeta de Occidente
“Clásicos son aquellas obras que no terminan nunca de decir lo que tienen que decir”.
Italo Calvino
Ambrogio Lorenzetti, Alegoría de la Paz
(detalle de las alegorías del Buen y del Mal Gobierno 1338-1340, Siena)
Sosiego es lo que pide
a los dioses aquel que, en alta mar,
atrapado se ha visto en el Egeo
cuando una negra nube le ha impedido
ver la luna y la luz de las estrellas
que al marinero guían.
Sosiego pide Tracia,
que en la guerra es feroz, sosiego piden
los medos, cuya aljaba es su ornamento,
un sosiego que no se compraría,
oh Grosfo, amigo mío, ni con gemas
ni con púrpura ni oro.
Pues ni tesoros pueden,
ni el heraldo que al cónsul abre paso,
alejar los tumultos miserables
del espíritu ni las pesadillas
que vuelan y hacen ronda en las mansiones
de bello artesonado.
Vive bien con lo poco
aquel en cuya mesa no lujosa
luce un salero, herencia de sus padres,
aquel a quien el miedo o la codicia,
la sórdida codicia, no le ahuyenta
los ingrávidos sueños.
¿Por qué tantos disparos
de jabalina, haciéndonos los fuertes,
si es breve nuestra vida? ¿Por qué a tierras
que calienta otro sol viajar queremos?
¿Quién consigue, saliendo de su patria,
escapar de sí mismo?
La Zozobra perversa
sube a las naves de espolón de bronce
y no se aleja mucho de las tropas
de los jinetes, rauda más que el ciervo
y más rauda que el Euro, que amontona
los lluviosos nublados.
Que el alma, satisfecha
con aquello que tiene ante los ojos,
deteste preocuparse del futuro
y sepa equilibrar las amarguras
con plácida sonrisa, pues no existe
felicidad completa.
Una muerte temprana
al muy célebre Aquiles se llevó,
y una larga vejez redujo el cuerpo
de Titono. Y así darse pudiera
que el tiempo me conceda lo que a ti
no quiso regalarte.
Cien rebaños de vacas
alrededor de ti en Sicilia mugen;
lanza relinchos para ti la yegua,
apta ya para el yugo en la cuadriga;
y una lana que dos veces la púrpura
del África tiñó
te viste. Pero, en cambio,
a mí me dio la Parca que no miente
unos campos de no mucha extensión,
la inspiración humilde tras la huella
de la griega Camena y el desprecio
por el vulgo mezquino.
Horacio, Oda II, 16, trad. Vicente Cristóbal
La Oda va dedicada a Pompeyo Grosfo, un rico latifundista y hombre de bien, digno de su amistad.
Palabras de Horacio a Grosfo o cómo encontrar la calma.
Horacio, poeta de Roma
"La Poesía es quizá la forma más plena de vivir..."
Horacio
Qué buenos.
ResponderEliminarTodos.
Besos.
Sí, y el poema de Jiménez Lozano y el escolio de Gómez Dávila reflejan la realidad.
EliminarPor desgracia.
Un beso, Toro.
Totalmente de acuerdo.
ResponderEliminarNos hacen quedarnos huérfanos del pensar, del discurrir, de admirar. De tantas cosas.
Una brillante entrada, Rosa.
Mil gracias y besos
Así es, Maite, un gravísimo error.
EliminarUn beso.