Descanse en Paz, querido y Santo Padre Benedicto XVI.
«¡Que los cielos, desde las alturas, derramen su rocío; que las nubes hagan llover la victoria; ábrase la tierra y brote la felicidad y, al mismo tiempo, ella haga germinar la justicia! Soy yo, el Señor, la causa de todo eso».
"Cada uno de nosotros tendrá su propia historia de liberación. No deberíamos convertirla en un fetiche, ni proclamarla indiscriminadamente, pero no debemos olvidarla. Puedo reivindicar mi ciudadanía de Jerusalén de arriba (Fil 3, 20); pero si olvido de dónde vengo, los yermos que he cruzado, pierdo mi derecho a llamarla "hogar". Para permanecer en ese lugar de luz, debo conocer que soy un huésped sacado de la oscuridad. Debo aprender a responder a la gracia con la gracia, a no dar nada por seguro, y así ser capaz de recibir todo como don".
Erik Varden, La explosión de la soledad, Sobre la memoria cristiana, pág. 52