Virgen María con el Niño, conocida como Notre Dame de Paris o Virgen del Pilar
Catedral de Notre Dame, París
Fue cerca de esta escultura, situada en la columna sudeste del crucero, donde Paul Claudel se convirtió al catolicismo: “Yo estaba parado cerca del segundo pilar, a la derecha, hacia la sacristía. Los hijos del maestro cantaban lo que luego supe que era el Magnificat. En un instante mi corazón se conmovió y creí”.
La Vierge à midi de Paul Claudel
Il est midi. Je vois l’église ouverte. Il faut entrer.
Mère de Jésus-Christ, je ne viens pas prier.
Je n’ai rien à offrir et rien à demander.
Je viens seulement, Mère, pour vous regarder.
Vous regarder, pleurer de bonheur, savoir cela
Que je suis votre fils et que vous êtes là.
Rien que pour un moment pendant que tout s’arrête.
Midi !
Être avec vous, Marie, en ce lieu où vous êtes.
Ne rien dire, regarder votre visage,
Laisser le cœur chanter dans son propre langage,
Ne rien dire, mais seulement chanter parce qu’on a le cœur trop plein,
Comme le merle qui suit son idée en ces espèces de couplets soudains.
Parce que vous êtes belle, parce que vous êtes immaculée,
La femme dans la Grâce enfin restituée,
La créature dans son honneur premier et dans son épanouissement final,
Telle qu’elle est sortie de Dieu au matin de sa splendeur originale.
Intacte ineffablement parce que vous êtes la Mère de Jésus-Christ,
Qui est la vérité entre vos bras, et la seule espérance et le seul fruit.
Parce que vous êtes la femme, l’Eden de l’ancienne tendresse oubliée,
Dont le regard trouve le cœur tout à coup et fait jaillir les larmes accumulées,
Parce que vous m’avez sauvé, parce que vous avez sauvé la France,
Parce qu’elle aussi, comme moi, pour vous fut cette chose à laquelle on pense,
Parce qu’à l’heure où tout craquait, c’est alors que vous êtes intervenue,
Parce que vous avez sauvé la France une fois de plus,
Parce qu’il est midi, parce que nous sommes en ce jour d’aujourd’hui,
Parce que vous êtes là pour toujours, simplement parce que vous êtes Marie, simplement parce que
vous existez.
Mère de Jésus-Christ, soyez remerciée !
***
La Virgen a mediodía
Es mediodía. Veo la Iglesia abierta. Tengo que entrar.
Madre de Jesucristo, yo no vengo a rezar.
No tengo nada que ofrecer, y nada tengo que rogarte.
Sólo he venido, Madre, para mirarte.
Contemplarte, llorar de dicha, saber así,
Que yo soy tu hijo y que Tú estás ahí.
Nada más que un momento mientras se para el aire.
¡Mediodía!
Allí donde tú estés, estar contigo, Madre.
Sin decir nada, contemplar tu semblante,
Dejar al corazón cantar con su propio lenguaje,
Sin decir nada, cantar porque se tiene el corazón tan lleno,
Como el mirlo que sigue sus anhelos en súbitos gorjeos.
Porque Tú eres hermosa, porque Tú eres inmaculada,
La mujer de la Gracia por fin reinstaurada.
La criatura en su primer honor y en su desvelamiento final,
Tal como salió de Dios la mañana de su esplendor original.
Inefablemente intacta porque Tú eres la Madre de Jesucristo,
Que es la verdad en tus brazos, y la sola esperanza y el fruto único.
Porque eres la mujer, el Edén de la antigua ternura olvidada,
Allí donde el mirar encuentra de golpe el corazón y hace saltar las lágrimas en él acumuladas.
Porque Tú me has salvado, porque a Francia has salvado,
Porque también en ella, como en mí, Tú has pensado,
Porque Tú interviniste justo entonces cuando todo se hundía,
Porque una vez más has salvado a esta Francia mía.
Porque ahora es mediodía, porque estamos ahora en este día,
Porque Tú estás para siempre ahí, simplemente porque Tú eres María, simplemente porque
existes Tú.
¡Gracias y otra vez gracias, Madre de Jesús!
Paul Claudel (1868 † 1955)
Notre Dame. Fachada occidental
Notre Dame, Interior
Paul Claudel se convirtió a la fe católica en la noche de Navidad de 1886, al escuchar el "Magnificat" en la catedral de Notre Dame. Fue allí donde ocurrió lo que él llamó “el hecho que dominó la totalidad de mi vida”, mientras cantaban el Magnificat, “mi corazón se conmovió y creí”. La fe se apoderó de él con una fuerza que no dejaba lugar a dudas, y al parecer nunca se debilitó en momento alguno de su vida.
Magnificat anima mea Dominum,
et exsultavit spiritus meus in Deo salutari meo,
quia respexit humilitatem ancillae suae.
Ecce enim ex hoc beatam me dicent omnes generationes,
quia fecit mihi magna, qui potens est,
et sanctum nomen eius,
et misericordia eius a progenies in progenies
timentibus eum.
Fecit potentiam in brachio suo,
dispersit superbos mente cordis sui;
deposuit potentes de sede
et exaltavit humiles;
esurientes implevit bonis
et divites dimisit inanes.
Suscepit Israel puerum suum,
recordatus misericordiae suae
sicut locutus est ad patres nostros,
Abraham et semini eius in saecula.
Gloria Patri et Filio et Spiritui Sancto.
Sicut erat in principio et nunc semper
et in saecula saeculorum
Amén
et in saecula saeculorum
Amén
Amén.
ResponderEliminarAmén.
EliminarYo escuché el Magnificat en una iglesia y fue toda una experiencia, Rosa.
ResponderEliminarEs imposible no conmoverse ante las imágenes de Notre Dame ardiendo.
Menos mal que ha resistido, aunque con daños.
Besos, mi querida amiga.
Imposible no conmoverse, desolador.
EliminarParece que la estructura se mantiene, ya veremos ...
Un beso, querida amiga.
Han sido emocionantes los cánticos de las gentes alrededor de Notre Dame.
ResponderEliminarUn trágico suceso.
Precioso.
EliminarUn beso fuerte, Tracy.
Cierto que desgracia mas monumental se me pone la piel de gallina.
ResponderEliminarme encanta la poesia me gustaria intercambiar sensaciones nuevas con nuestros
poemas.
Te paso mi blog por si quieres criticar
http://anna-historias.blogspot.com/?m=1
Gracias, Anna.
EliminarMuchas gracias por tu invitación.
Un beso.
Abrazos, Rosa.
ResponderEliminarDesconectada de noticias, me enteré hace poco.
Besossss
Un beso enorme.
EliminarFeliz Triduo Pascual, querida Maite.