ES bueno que se te resistan las palabras,
que no sean acuarela sino mármol,
obra de cantería.
Que tengas que percutirlas con escodas,
esperar a escuchar el ritmo en tus oídos
y volver, con más empeño, a dar el golpe.
Que sientas el rigor de trabajar
en las entrañas recónditas
del universo,
donde yace la pieza que deseas.
Tu trabajo es, entonces, desbastar, pulir, lijar
hasta que el roce con la piedra
te abra heridas.
Cuando tengas que empezar el acabado,
la finura de los últimos detalles,
recordarás que también con un buril
se grabaron las primeras formas de escritura.
Es bueno que te canses,
que se te oponga tozuda la materia
y a veces sufras
la monotonía de labrar en vano.
Así cuando el poema, ligero, emprenda el vuelo
y lo veas palpitar, sabrás que en él
está presente un soplo que no vino
de la sola pericia de tus manos.
Marcela Duque
A veces no emprenden el vuelo.
ResponderEliminarBesos.
:)
EliminarQué pena.
Un beso, linda.
Ahí está la gracia.
ResponderEliminar:)
EliminarEso, 'ahí'.
Precioso poema.
Un beso, Toro.
¡¡Qué poema tan bonito!!!
ResponderEliminarCuando lo iba leyendo venía a mi cabeza una escena de una película sobre Miguel Ángel Buonarroti.
¡¡Qué bueno que don y oficio vayan de la mano!!
Feliz noche.
Besos
Un besooooooo...
EliminarTe dejo un momento de la película:
Tormento y éxtasis :)))
Sí, Maite, ¡qué bueno!
Más besos.
Feliz tarde.
El poema es toda una reflexión.
ResponderEliminarBesos, querida Rosa.
Sí, y lo podemos aplicar a todo, no solo a la poesía, al arte ...
EliminarUn gran poema.
Un beso, querida Verónica.