"Yo soy el Camino y la Verdad y la Vida".
Juan 14, 1-22
Solo podemos ser testigos conociendo a Cristo y, conociendo a Cristo, conociendo también a Dios.
Pero conocer a Cristo implica ciertamente una dimensión intelectual -aprender cuanto conocemos de Cristo- y es un proceso existencial, es un proceso de la apertura de mi yo, de mi transformación por la presencia y la fuerza de Cristo y, así también, es un proceso de apertura a todos los demás que deben ser Cuerpo de Cristo. En otras palabras, solo podemos ser testigos, si a Cristo lo conocemos de primera mano y no solamente por otros, en nuestra propia vida, por nuestro encuentro personal con Cristo. Encontrándonos con Él realmente en nuestra vida de fe, nos convertimos en testigos, y así podemos contribuir a la novedad del mundo, a la vida eterna.
Decía san Agustín en el libro de "Las confesiones": "Nos hiciste, Señor, para Ti, e inquieto está nuestro corazón hasta que no descanse en Ti".
¡Cuánta razón tiene! Todo hombre anhela una felicidad que no se acabe con la muerte y la tumba. Como cristianos sabemos que esa felicidad es el Cielo, el estar con Cristo glorioso para siempre. Lo que sucede es que no todos los hombres descubren la Verdad con mayúsculas. Muchos de ellos- quizá también nosotros- se quedan apartados en los cielos ficticios y los caminos tortuosos de este mundo. Aquí está nuestra labor como seguidores de Cristo: hacer que todos los hombres lleguen a experimentar ya en esta tierra el auténtico Cielo: Jesucristo, camino, verdad y vida.
Jesús, con frecuencia me siento extraviado y perdido en este mundo. Te pido que seas Tú la brújula y el destino final de mi vida. Ayúdame a experimentar la paz que me has prometido, para que a pesar de las dificultades de este mundo, pueda decir como san Pablo: "Yo sé en quién tengo puesta mi fe" (2 Tim 1, 12)".
POR TU CAMINO, SEÑOR
Aunque me tiemble el pulso,
seré de los tuyos, anunciaré tu
Palabra,
apoyaré, con mis débiles fuerzas,
la Verdad que tu camino me indica.
Distinguiré la verdad de la falsedad,
aunque con ello me dejen de lado.
POR TU CAMINO, SEÑOR
Creeré y esperaré en la eternidad que me brindas.
Soñaré que más allá de la noche
incierta,
aguarda un paraíso de felicidad y de
plenitud.
POR TU CAMINO, SEÑOR
Descubriré que avanzando Tú por delante,
eres la vía que lleva al rostro del
Padre,
eres el sendero iluminado por el
Espíritu Santo,
eres Aquel que, cuando se mira,
encuentra frente a frente al que en el
cielo espera.
POR TU CAMINO, SEÑOR
Te veremos y cantaremos la
grandeza de creer en Ti.
Te conoceremos y contigo,
sabremos de Dios.
Te conoceremos y contigo,
viviremos en Dios.
Te conoceremos y contigo,
marcharemos al Padre.
Viviremos, y viviendo contigo,
sentiremos que vivimos Aquel que te
envió.
Y, cuando por senderos que no
conducen a nada,
intenten algunos empujarme con
engaño,
les indicaré que hay otro CAMINO
desde el que se vislumbra la alegría,
se ve el futuro y se llega a metas de
cotas altas.
Amén
Una reflexión y una oración sobre el Evangelio que, cada día desde Adviento hasta Pentecostés, elabora y comparte un sacerdote, párroco en un pequeño pueblo de León.
"No os angustiéis, creed en Dios y creed en mí".
Amén.
ResponderEliminar:)
EliminarUn beso fuerte, Tracy.
Gracias, Rosa.
ResponderEliminarMe gusta todo. Compart.
Besos
Todo tuyo.
Eliminar:)
Gracias a ti.
Un beso, Maite.
Todo es cuestión de fe, si crece, si se alimenta y se comparte.
ResponderEliminarGracias Rosa, siempre viene bien un momento de reflexión de atender el espíritu.
Besos desde mí paraíso
Así es, Lara.
EliminarGracias a ti.
Un beso hacia tu paraíso :)
Y el verbo se hizo carne.
ResponderEliminarBesos,querida amiga.
Así es.
EliminarUno de los pasajes más contundente del Evangelio.
Un beso, querida amiga :)