Ojos claros, serenos
si de un dulce mirar sois alabados
es porque hubo una mano que, ardiente en la penumbra
de una tarde perdida,
dispuso con extraño poder unas palabras.
El tiempo, como el viento de octubre en los prospectos,
arrastra hacia el ayer las tardes y los años,
los amores y los enamorados:
polvo que se adelgaza, y luego nada.
Pero
su fuerza nada pudo contra aquellas
sílabas de diamante,
en las que sigue refulgiendo, claros
serenos, unos ojos
que acaso no existieron más que en sueños
para que al otro extremo de los siglos
aún de un dulce mirar son alabados.
Miguel d´Ors, Variación sobre una variación de Juan Garzón
Con mi gratitud para un gran poeta.
Hermosísimo... sin más.
ResponderEliminarBesos, querida Rosa
Sí, así es.
EliminarUn beso, querida Verónica.
Siempre me encantó ese poema, pero si lo aplicamos a María, mucho más y creo que se puede.. Es fantástico D'Ors
ResponderEliminarQue luz tiene la imagen que nos traes.
Besiños, Rosa.
Sí, se puede, es pura contemplación. Es Luz.
EliminarBESIÑOS, de ¡martes!