Cristo en la tempestad del mar de Galilea. Jan Brueghel el Viejo
Del santo Evangelio según san Mateo 8, 23-27
Después Jesús subió a la barca y sus discípulos lo siguieron. De pronto se desató en el mar una tormenta tan grande, que las olas cubrían la barca. Mientras tanto, Jesús dormía. Acercándose a él, sus discípulos lo despertaron, diciéndole: «¡Sálvanos, Señor, nos hundimos!». Él les respondió: «¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?». Y levantándose, increpó al viento y al mar, y sobrevino una gran calma. Los hombres se decían entonces, llenos de admiración: «¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?».
Sor Marta, desde el Monasterio benedictino de Sahagún, León.
Yo también lo hubiera dicho.
ResponderEliminarSí, Toro, ¿quién es este?
EliminarYo también digo !salvanos Señor que nos hundimos!
ResponderEliminarMe uno, con confianza.
EliminarJesús no está dormido; está en su Barca, que es la Iglesia.
Sal 107, 23-30:
"Los que viajaron en barco por el mar,
para traficar por las aguas inmensas,
contemplaron las obras del Señor,
sus maravillas en el océano profundo.
Con su palabra desató un vendaval,
que encrespaba las olas del océano:
ellos subían hasta el cielo, bajaban al abismo,
se sentían desfallecer por el mareo,
se tambaleaban dando tumbos como ebrios,
y su pericia no les valía de nada.
Pero en la angustia invocaron al Señor,
y él los libró de sus tribulaciones:
cambió el huracán en una brisa suave
y se aplacaron las olas del mar;
entonces se alegraron de aquella calma,
y el Señor los condujo al puerto deseado".
Un beso fuerte, Tracy.
Jan Brueghel el Viejo, me encanta.
ResponderEliminarLa de veces que he visto este cuadro :)
"Este" debe agarrase la cabeza ante tanta deriva.
Besos, querida Rosa.
Una maravilla de obra, y la tienes cerquita :)
EliminarSí, Verónica, ¡cuánta deriva!
Un beso.