viernes, 2 de agosto de 2013

Juan Sebastián Bach: música transida de luz





 El único propósito de la música debería ser la gloria de Dios y la recreación del espíritu humano".

 Juan Sebastián Bach



Juan Sebastián Bach es uno de los músicos más destacados de la historia. Su fecunda obra es considerada como la cumbre de la época barroca.
Bach era un hombre profundamente religioso; compuso cada una de sus partituras a la mayor gloria de Dios. Esto era lo único que daba sentido a su trabajo, como él mismo manifestó. No siguió modas, hizo su música, la que consideró mejor, solo para glorificarlo.
Aunque es uno de los músicos más admirados de la música clásica, no conoció la fama en vida como compositor (era famoso como organista y como intérprete), pues sus piezas parecían anticuadas, pasadas de moda.
Sin embargo, la cantidad de oyentes que se han acercado a Dios escuchando su obra es impresionante.  Su música -se ha dicho- está pletórica de espíritu y transida de luz.

En los últimos años de su vida, padeció una enfermedad de los ojos que empeoró hasta dejarlo completamente ciego. Su muerte ocurrió el martes 29 de julio de 1750, a las ocho y cuarto de la noche.
Los detalles nos son revelados por la propia Ana Magdalena, su segunda esposa  (como relata Guillermo Orta Velázquez, en "100 Biografías en la Historia de la Música"):

"Había puesto música en su lecho de muerte al coral "Estoy ante tu trono" (dictado a su hijo político Christian) y cuando terminó, dijo: "Será la última música que componga en este mundo"... Miré al rostro de Sebastián, apoyado en la almohada, luego el manuscrito de su último canto... Por fin me llamó: "Magdalena querida, ven, acércate..." Sobrecogida por el extraño temblor de su voz, me volví... Había abierto los ojos. Me miraba, me veía. Sus ojos apretados por los sufrimientos se abrían con un brillo doloroso. La recuperación de la vista, pocos instantes antes de la muerte, fue el último don de Dios a mi marido. Vio una vez más el sol, a sus hijos, a mí misma, vio a su nieto que Isabel le presentaba y que llevaría su nombre.

Le mostré una bella rosa roja y su mirada se clavó en ella. "Hay cosas mejores allá, Magdalena, colores más hermosos, músicas que ni tú ni yo hemos oído jamás..." Pronto vimos que el fin se aproximaba. "Quiero oír un poco de música", dijo. Dios me inspiró y escogí un coral: "Todos los hombres deben morir"... Los demás se unieron hasta completar las cuatro partes. Mientras cantábamos, una gran paz descendía sobre el rostro de Sebastián, libre ya de las miserias del mundo".
 






Catorce corales de Juan Sebastián Bach (BWV 253-266).
La BWV 262, se corresponde con la mencionada Todos los hombres deben morir.





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