Temprano el mismo organillo en la entrada del callejón,
hizo volar la canción que en invierno nos despertó,
y al escucharla di vuelta la página treinta y dos,
del libro donde pusiste los pétalos de una flor.
Y cuando los vi, algo brilló, algo de ti,
que había olvidado
Y cuando los vi, algo brilló, algo de ti,
que había olvidado
De noche el viento que sopla escondido en el corredor,
hizo volar unos naipes que había en el velador,
y al ordenarlos de nuevo y dejarlos junto al reloj,
aparecieron los signos que el tiempo ha guardado.
Y vi un corazón un rey y un diez,
y me acordé de esta historia de amor,
y vi un corazón un rey y un diez,
y me acordé de esta historia de amor
Transcripción de la canción "Un rey y un diez"
del cantautor chileno Manuel García
Y ésta, porque, aunque no la he descubierto esta semana, me encanta...
¡Feliz fin de semana!
Y el último que he descubierto viene del blog La Hoja del Arce, un blog lleno de VIDA, de auténtica VIDA, esa VIDA que CONTAGIA, sin ningún miedo a los 'orcos'... Muchas gracias.
La naturaleza, que ahora parece mortecina, en realidad se repliega sobre sí misma para reengendrarse de nuevo, para soñar nuevas y floridas primaveras, algo está germinando...
¿Por qué empeñarse en saber,
cuando es tan fácil amar?
Dios no te manda
entender,
no pretende que su mar
sin playas, pueda caber
adentro de tu
pensar.
Dios sólo te pide amor;
dale todo el tuyo, y más,
siempre más,
con más ardor,
con más ímpetu... ¡Verás,
cómo amándolo mejor,
mejor lo
comprenderás!
(Amado Nervo)
Jesús, Rey del mundo, porque ama tanto al mundo, que le ha entregado su vida en la Cruz.
Imagen : Cristo de san Juan de la Cruz. Salvador Dalí
D. Jesús García Recio, sacerdote y director del Instituto Bíblico y Oriental, pronunció, el miércoles 21 de noviembre, en el Museo de León, una conferencia encuadrada en los actos preparatorios del MC aniversario de la consagración del templo mozárabe de San Miguel de Escalada (León). El título de la ponencia:
Orígenes del monacato en Oriente
San Miguel de Escalada, interior.
Comienzo con unas palabras, con las que D. Jesús García Recio finalizó esta ponencia:
"...como entes históricos, seres históricos, tenemos un engarce que viene desde el origen; de ahí la importancia de las humanidades para hilvanar con lo de atrás..."
A patir del análisis de los monjes mozárabes, constructores del monasterio de san Miguel de Escalada, en el s.X, rastrea e hilvana los orígenes del monacato y de la vida contemplativa, y nos retrotae a los textos mesopotámicos del último rey de Babilonia: Nabónido.
Las citas en cursiva se refieren a textos de Mesopotamia.
La exposición contiene múltiples interrogantes:
¿Cuál es la entraña de la espiritualidad de Oriente?
Dios y el hombre están constitutivamente unidos. Somos íntimos a nuestro propio mundo, venimos de lo más profundo de esta tierra (arcilla), pero somos carne y sangre de Dios. Él nos cede su carne y su sangre para que, mezcladas con la arcilla, se fabrique la osamenta del ser humano. Somos un amasado de lo propio de Dios y de lo propio de este mundo.
Así, el monacato tenía este empeño en atender lo que de divino tenemos; surge la atención a Dios.
Nos puso ojos para que le estuviéramos atendiendo contínuamente; tenerlo a la vista, deseo de contemplarlo.
¿Cómo se produce este encuentro entre Dios y el hombre? Porque hay un cruce de miradas. Primero los ojos de Dios, que abarcan todo lo humano, nos escrutan, nos están examinando. Él examina a cada hombre, y después emite un juicio. Nada ni nadie se le oculta. En ese cruce de miradas nos cabe mirarle a Él. La vida contemplativa no es sino devolverle a Dios su propia mirada.
El hombre se reconoce así, atento a Dios. Su mirada es penetrante, de amor, y el hombre escrudiña para saber cuál es su voluntad, su intimidad. Así, descubre que tiene sed de Él; le ve porque le desea. Descubre su rostro.
¿Qué es ver el rostro de Dios? Es la luz cegadora; no podemos mantener la mirada de frente. Somos mirados por Dios y estamos mirando a Dios.
¿Cómo descubrirlo en nuestra mundanidad? Toda la Creación nos puede advertir, es una sinfonía. Dios es una presencia envolvente, es imposible que pase desapercibido. Despierta nuestra atención. Lo abarca todo, cielo y tierra, lo llena todo. Su faz es inabarcable a la mirada, es la razón última de toda la realidad. Lo Absoluto. Dice un texto mesopotámico:
"...los peces se dieron cuenta de esta presencia y saludaron..."
La primera experiencia del hombre al nacer es verlo; cuando sale del seno materno, de la placenta, descubre la realidad de Dios. Venimos marcados por esa experiencia radical. Es la Luz que nos hace ver la Luz. Así, estamos orientados hacia lo Alto: "La Humanidad está atenta a tu Luz", junto con toda la Creación, la naturaleza.
Los monjes se retiran a un monasterio en medio de la naturaleza. "Los astros se alegran, todo se reúne en torno a Ti". La Creación es una sinfonía volcada hacia Dios.
Ésta es la entraña de la espiritualidad oriental, a la luz de los textos mesopotámicos.
Babilonia
¿Por qué dedicarse a Dios por entero? En Mesopotamia, la cuna de la civilización, encontramos esta experiencia narrada por Nabónido, último rey de Babilonia, el rey que se convirtió en monje:
No era hijo de reyes, era hijo de una sacerdotisa; sube al trono ya mayor, con 65 años. No hay reloj para el encuentro con Dios, y Nabónido se encuentra con Él a esta edad.
Una vez que percibe el encuentro, elabora un programa de vida ¿Qué necesita? Retirarse y poner a Dios en lo más alto. Se entendió a sí mismo como criatura en sus manos, por eso se retira (es Rey, pero se da cuenta de que es criatura). Su vida es una vocación (Dios me ha llamado para algo, Dios me ha llamado por mi nombre, dice), y entiende que le ha llamado para servirle. Diariamente le reza, y decide preocuparse por su casa: los templos. Reforma los templos.
Comienza, así, a gestarse el monje; suplicaba: "Que yo pueda ser un rey grato a tu corazón". Comienzan también la obediencia (entrega a su propia hija a la vida consagrada), la piedad, se encuentra atento a Dios, cuidadoso con sus palabras, humilde, temeroso...va camino de hacerse monje.
Tiene que reformarse a sí mismo, dedicarse en exclusiva a Él, y anima a las gentes de su reino a ponerse en su búsqueda. Esto se produce diez años más tarde del primer encuentro.
Posteriormente, viene el retiro, que tuvo lugar en un oasis. El celo de Dios le mueve al retiro, llevado por un amor desbordado y casi loco por Él. Cuando descubre su presencia, no puede ya vivir en un ambiente que le niegue. Se va al desierto, no puede seguir siendo rey de Babilonia. Comienza el desasimiento, tiene que cortar, se desliga de la realeza, deja el mundo, se aparta. Se asienta en el oasis de Taima, y allí acaece la experiencia contemplativa. Él mismo lo cuenta en una Asamblea, con este testimonio:
"Me encontraba sobrepasado en todo tipo de sabiduría, en un saber de otro orden, que no se puede expresar ni siquiera con los términos de la poesía".
¿Dónde encontramos las primeras muestras de vida monástica contemplativa? En el año 2300 a.C (incluso ya antes, en 2600 a.C.) -dice Jesús García Recio- se encontraba ya armada la vida consagrada. Ya existían en aquel tiempo, personas consagradas por entero a Dios. Eran mujeres, célibes y en clausura. Entran a través de un matrimonio con Dios: hay una dote, y el templo otorga un regalo a los padres por haber consagrado una hija; aparecen unos anillos, un velo de desposada... Cambia de nombre porque entra en un régimen de vida nuevo. La joven era también ungida con aceite y al día siguiente de la consagración, visitaba el cementerio, donde se encontraban las mujeres difuntas del monasterio.
Consagraban su vida a rezar, por el mundo en general, sostenían orantemente la realidad, dedicaban su vida a los demás, no rezaban para ellas mismas.
¿Por qué fueron mujeres las primeras en dedicarse a la vida contemplativa? Me atrevo a decir, termina D. Jesús García Recio, porque en la mujer existe una entraña o una afectividad (quizá porque está destinada a ser madre) que la predispone a una mayor apertura hacia Dios. Esto es sólo un atrevimiento que me permito -dice-, y sonríe...
Y termina:
"...como entes históricos, seres históricos, tenemos un engarce que viene desde el origen; de ahí la importancia de las humanidades para hilvanar con lo de atrás..."
Lunes 7 de febrero de 2011: "Mesopotamia en los orígenes del cristianismo", conferencia de D. Jesús García Recio, relativa a este tema. No podemos dejar de escucharlo.
Psique abriendo la caja de Pandora. John William Waterhouse
La lectura de este artículo me ha resultado muy enriquecedora:
"Los antiguos poetas no hacían del ser humano un retrato halegüeño, pero, al menos, no tenían más remedio que admirar la capacidad de aguante de este pobre habitante de la tierra. Y cuando la consideraban, comprendían que había sólo un mal al que no habríamos podido resistir y que por eso, con un asomo de piedad, quedó sin escapar de la caja de Pandora: la espera. No la esperanza, el bien de la esperanza, sino la espera, el mal terrible de la espera. O sea el saber a ciencia cierta, desde cualquier punto de la vida, lo que nos aguarda en el porvenir. Si incluso esta desgracia nos hubiera sobrevenido, habríamos, hace mucho, muerto todos.
Sólo de la sorpresa vive, pues, la persona: de hallar lo inesperado y tener que afrontarlo ya mismo. Parece que es dura esta situación, pero, en realidad, resulta infinitamente más suave que la que se seguría de eliminar la improvisación maravillosa con la que los sucesos nos llegan. De aquí que los estoicos propusieran que la sabiduría y la virtud consisten en intentar sospechar todos los males que aún nos pueden ocurrir, para irnos ejercitando en la respuesta apropiada, si es que al fin se presentan. Que el ser que aguanta pase a convertirse en invulnerable, en imperturbable aunque lo asalten un tsunami de desgracia o una pleamar de felicidades y buenas suertes. A lo que añadían que tener la oportunidad de volvernos invulnerables es estar en una posicion más elevada, en la escala de los seres, que los viejos dioses míticos: la virtud arduamente conseguida es mucho más sabia (no sólo más meritoria) que la que se posee por naturaleza.
Decían esto porque no les cabía duda de que el hombre debe progresar, o sea, aprender, fortalecerse. Una vida humana que no contenga progreso, enseñanza y virtud, es una vida desperdiciada. Pero no hay modo de progresar más que superando los óbstáculos. La mera facilidad no dice nada interesante o importante a nadie. Sólo llego a sacar de mí la plenitud de mis capacidades, cuando me encuentro con algo que no parece posible vencer, que me niega profunda y enteramente; pero a base de tiempo, sagacidad y empeño, termino por dominarlo [...]
Tenemos que aguantar tanto porque sólo de esta manera subimos a la cima de nuestra condición, que no es sino la de dioses, partecitas de Dios, chispas de la divinidad. Sólo sufriendo se aprende, pathei mathos, como se lee en un fragmento de Sófocles. La mera lectura, incluso la mera visión de los combates que los otros libran con los sucesos inesperados de la existencia, no es disciplina bastante. Tienen las cosas que afectarnos directa e individualmente, para que, como han repetido algunos formuladores de teodiceas también recientes y cristianas, la providencia nos dé la oportunidad de esculpir la hermosa estatua de nosotros mismos [...]
Migel García-Baró (Universidad Pontificia de Comillas)
Revista Crítica (Comprender el dolor). Septiembre-octubre 2012
Y más adelante, en otro artículo, se añade:
"Para muchos cristianos la figura de la cruz les enseña que el sufrimiento no sólo puede vivirse como prueba de fe en los planos divinos, sino que puede también convertirse en ofrenda por el bien de otros. Más allá de la pregunta por su origen, se vive como una donación amorosa que se espera que produzca bienes a otras personas. Así el sentido desolador del sufrimiento cobra una dimensión nueva y pasa del mudo estrictamnte personal al del cuidado por el otro".
José María Pérez- Soba Díez del Corral (Instituto Superior de Pastoral. Universidad de Salamanca.
Revista Crítica (Comprender el dolor). Septiembre-octubre 2012)
Día de lágrimas aquel en que resurja del polvo para ser juzgado el hombre reo. Perdónale pues, Dios, Piadoso Jesús, Señor. dales el descanso. Amén
¿Qué sentiría Mozart cuando compuso esta maravilla? Es imposible -me digo- que no sintiera al Señor: "Te lo ruego suplicante y de rodillas, con el corazón casi hecho ceniza, hazte cargo de mi destino..."
El Evangelio de hoy:
Texto del Evangelio (Mc 13,24-32):
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «En aquellos días, después de la tribulación aquella, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y los astros estarán cayendo del cielo, y las fuerzas que hay en los cielos serán sacudidas. Entonces, verán al Hijo del hombre viniendo en las nubes con gran poder y gloria. Y entonces enviará a los ángeles, y congregará a sus elegidos de los cuatro vientos, desde la extremidad de la tierra hasta la extremidad del cielo.
»De la higuera aprended la semejanza: cuando ya sus ramas se ponen tiernas, y brotan las hojas, conocéis que el verano está cerca; así también, cuando veáis suceder todo esto, sabed que Él está cerca, a las puertas. En verdad, os digo, la generación ésta no pasará sin que todas estas cosas se hayan efectuado. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Mas en cuanto al día y la hora, nadie sabe, ni los mismos ángeles del cielo, ni el Hijo, sino el Padre».
Nuestro párroco, en la Santa Misa de hoy, nos explicaba que el lenguaje utilizado en este texto evangélico es el lenguaje apocalíptico, pero que no se puede tomar literalmente. Se utiliza para resaltar la fuerza que conlleva la segunda venida del Señor Jesús (esto si hay que tomarlo al pie de la letra). La primera en la Navidad; la segunda, al final de los tiempos. Nos anuncia el final de la Obra de nuestro Señor. Resaltaba nuestro párroco: no hay que tener miedo, es un día de Gloria.
Así, recitamos en la Misa:
Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu Resurrección
¡Ven, Señor Jesús!
Este mensaje, los niños de la catequesis de Confirmación lo entienden muy bien, como sólo los niños entienden a Jesús, natural y sencillamente. Me hace gracia y me sorprenden siempre. Son unos soles (un regalo de Dios).
Más tarde, al salir de Misa, nos encontramos con el Evangelio, en la calle, en la vida cotidiana, en Arty.
Arty es un acordeonista, que nos alegra con su música a los que pasamos por la calle Ancha, donde toca habitualmente. Haga frío o calor ¡y mira que en León lo hace!, siempre tiene una sonrisa; nos saluda con un ¡graziaaaass! Gracias a ti, Arty.
Hace un tiempo, tuvo que abandonar la calle Ancha (es ucraniano); los comerciantes se quejaron al Ayuntamiento porque ¿molestaba? (nunca permanecía mucho tiempo en el mismo lugar, es muy discreto). Los leoneses nos unimos recogiendo firmas para que pudiera volver; se siente bien en León, acogido y, al final...aquí sigue con nosotros, en su calle Ancha. Es un amor de persona.
Y los recuerdos entrañables, con otro regalo, los payasos de la tele. ¡Cuánto nos unían a los niños los payasos!!! ¡Hola don Pepito! ¡Hola don José! ¡Qué bien lo pasábamos cantando! ¡Cuánto nos reíamos!
El miércoles, 14 de noviembre, asistí a una conferencia impartida por Juan Martín Velasco, profesor emérito de Fenomenología de la Religión en la Universidad Pontificia de Salamanca, en su sede de Madrid, y en la Facultad de Teología «San Dámaso». Fue rector del Seminario de Madrid (1977-1987) y, durante dieciséis años, director del Instituto Superior de Pastoral.
La conferencia tuvo lugar en la Colegiata de San Isidoro, en León, siguiendo con el ciclo de conferencias relacionadas con el Año de la Fe, promovido por el Instituto Bíblico y Oriental (IBO).
De entre las notas que recogí, os dejo, en líneas generales, su argumentación, que me parece muy clara:
SER CREYENTE HOY
Partimos de un condicionante, que es la situación en la que nos encontramos: una época de grave crisis del sistema de todas las mediaciones cristianas. Pero Dios está y sigue llamando: "He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré y cenaré con él, y él conmigo" (Apocalipsis 3, 20)
Por una parte, las prácticas religiosas han sufrido un descenso y, por otro lado, han aumentado los matrimonios civiles y el número de niños no bautizados. Se deterioran las creencias y el acercamiento a Dios.
Nos encontramos en un período de secularización, según los sociólogos europeos, o bien de postsecularización, según los sociólogos americanos, ya que parece resurgir el interés religioso en estos hechos:
Gran crecimiento de las sectas (sobre todo, los pentecostales evangélicos).
Existe un movimiento de reforma en la Religión en forma de fundamentalismo.
No podemos pasar por alto la influencia que la Religión tuvo en la caída del comunismo con la figura de Juan Pablo II.
Sin embargo, en la cultura europea casi nada remite a Dios. Y este olvido afecta a las zonas más íntimas de la persona: a las preguntas sobre su propio valor o al sentido de su vida.
Las respuestas que se elaboran en este momento, vienen a través de la filosofía, no a través de la fe.
Y lo que existe es una crisis de Dios. Una crisis de fe. Es un problema religioso, el problema religioso fundamental. Las respuestas deben venir desde la fe.
La increencia crece, y afecta también a los propios creyentes: la "anemia de fe" a la que alude Benedicto XVI.
Recitamos el Credo, y lo recitamos de verdad, son expresiones con las que formulamos el contenido de nuestra fe. Pero eso no es la fe, no es creer verdaderamente, si ello no repercute en nuestra vida. Es necesario que lo creamos, y éste es el primer paso. Muchas veces damos por supuesta la fe, sin habernos preocupado seriamente en qué medida somos creyentes. No la personalizamos.
El paso fundamental es acoger el Evangelio, y el primer mandamiento: "Amarás a Dios sobre todas las cosas..." Quien lo ama sobre todas las cosas, es aquel que busca por encima de todo a Éste que es necesario (cita a san Agustín: "Desde que entré en relación con Dios, me di cuenta de que ya no podía vivir más que para Él"). Esto es personalizar la fe.
¿Estamos lejos de personalizarla? ¿En qué medida somos creyentes?
Una vez constatado este hecho: ¿qué hacer?
El primer paso nos sitúa incluso, antes del cristianismo. Ha de existir, antes que nada, un resorte de vida espiritual sobre el que poder edificar la fe. Interrogarnos (san Agustín, ante la muerte de un amigo, se da cuenta de que ya no le volverá a ver. Comenzó a interrogarse: "me convertí -dice- en "un enigma para mí mismo", y este paso le llevó a la conversión. O como escribe Teilhard de Chardin: "...descubrí la fuente de la que procede el río de mi vida").
El segundo paso sería darnos cuenta de la tendencia que tenemos a la posesión, a saber más. Cuanto más adquirimos más poseemos, pero menos somos nosotros mismos. Cuando alguien se convierte en sujeto posesivo, se convierte también en una persona incapaz de abrirse a la fe.
En el tercer paso se encuentran las adicciones (ideologías, cultura dominante, moda...) que impiden creer en Dios. Es indispensable que seamos nosotros mismos para ser creyentes; llegando al fondo de nosotros mismos, encontramos a Dios, acogiendo la presencia que se nos anuncia dentro de nosotros.
Somos oyentes de Dios, estamos creados todo oídos para Dios, podemos estar seguros de que podemos ser creyentes. Es el paso fundamental para decir: creo en Ti.
Pero ¿qué significa la palabra Dios? Es una palabra original. ¿Cuántas cosas se hacen en nombre de Dios? Todo lo bueno: nos referimos a a Él como lo más perfecto, lo más bello, lo más alto. Pero también, en su nombre, se han cometido verdaderas atrocidades: matar invocando a Dios...
No es callando como vamos a recuperar esta palabra, sino nombrándola en las condiciones adecuadas.
Dios es un nombre propio que hacemos nuestro, decimos: ¡Dios mío! El suelo, el soporte donde nace la palabra Dios, es la Religión, no la Filosofía.
Dios es para el hombre algo que está por encima de él mismo, inmensamente superior, pero que no está alejado del mundo del hombre. Es un misterio. Nos dice el Evangelio: "...a Dios no le ha visto nunca nadie...". No se le puede pensar, ni imaginar, está por encima de todo.
Decía san Juan de la Cruz: "Dios no se parece a nada". Nos trasciende. Pero la trascendencia de Dios no es igual a su lejanía, sino que sirve para estar más presente en nosotros que nuestra propia intimidad (san Pablo nos comunica: "El misterio no está lejos de ninguno de nosotros, porque en Él vivimos, nos movemos...").
Y ¿dónde está Dios? No tiene sentido preguntarse dónde está Dios, porque es la realidad donde vivimos y nos movemos. El centro del alma es Dios; nos movemos desde Él, con Él y hacia Él. Es una presencia originante, que permanentemente está haciéndose surgir.
Cristianamente hablando ¿qué tipo de presencia es ésta? El Amor hasta el extremo; por eso escuchamos en el Nuevo Testamento: "Dios es Amor".
Y la respuesta que el hombre da a Dios, es libre, porque el amor no conquista, no avasalla. Responder es aceptar esa presencia. Y es a lo que llamamos tener fe.
La relación del hombre con Dios, es una relación original, y el primer rasgo que la caracteriza es que es un acto por el cual el sujeto se trasciende a si mimo. Para establecer relación con Dios, siempre hay que poner a Dios primero, es Dios quien nos sale al paso (cita la anécdota de que en una misión le preguntaron a una mujer, después de ser catequizada: ¿dónde está Dios? Ella, tras vacilar, contestó: "no sé, yo no sé dónde está Dios, pero sí sé dónde estoy yo"). El sujeto es Dios, y nosotros lo reconocemos y lo acogemos. El hombre para recibirlo se descentra, se expropia, él no domina, sólo se pone al alcance, lo acoge.
¿Qué sucede cuando el hombre lo acoge?, pues que encuentra, por fin, la paz, el soporte donde agarrarse, sustentarse (el profeta Isaías dice: "Si no creéis en Dios no podéis subsistir", no podremos tener un lugar en donde apaciguarnos).
Pero Dios nos llama cuando quiere. A Abraham lo llamó cuando tenía 75 años para comenzar una aventura, y le hace una promesa: que tendrá un hijo. Abraham se pone en camino. Pero Dios aún le pide más: que renuncie a su hijo, la prueba que Abraham tenía de que Dios existe. Y se lo entrega creyendo contra todas las razones posibles.
El primer efecto del acto de creer es la ALEGRÍA DE LA FE. Somos bienaventurados. La primera bienaventuranza es la referida a la Virgen María: "Bienaventurada tú, porque has creído". Cuando le acogemos, encontramos el suelo donde repostar, y por eso sentimos alegría.
Cuando uno ama a una persona, se da cuenta de que recibe de ese otro la certidumbre de su existencia, el valor de su propia vida.
Imagen. Gali Tibbon
¿Cómo se hace efectiva la actitud del creyente? Con un acto de fe, esperanza y caridad.
El primer ejercicio es la oración. La puesta en práctica de la fe es dar voz (o silenciar, también vale el silencio) a la actitud creyente.
El creyente vive en presencia de Dios, y si está eufórico o feliz, le da gracias; si se encuentra en una mala situación, le pregunta, le pide.
La fe opera por la práctica del amor, es la forma más eficaz.
Quien acoge el Amor de Dios, ama.
Catedral de León
Por último, el profesor Martín Velasco, se refirió a la mística de la cotidianeidad. Escribe Xavier Zubiri: "Cuando nos percibimos fundamentados en la realidad de Dios, llevamos la experiencia de Dios a la vida diaria, y lo hacemos al realizar bien nuestro trabajo". La fe anima el conjunto de nuestra vida.
La fe se vive irradiándola, trasmitiéndola. Evangelizar se convierte en una necesidad, no en una carga. Los símbolos de la fe son la sal, la luz y la levadura. El creyente sólo tiene que ser creyente. Por esto es necesario:
Vivir de tal manera que los que nos vean digan: es imposible que Dios no exista.
Este vídeo contiene otra conferencia sobre este tema, impartida por el profesor Martín Velasco en abril de 2012. Muy interesante y necesario escucharlo.
Dios nos habla cuando quiere, como quiere y donde quiere, pero nunca falta a la cita de nuestra vida, nunca nos deja de su mano. El remedio infalible para que nos escuche, es la oración confiada y humilde.
San Pedro Poveda, encontró en los cristianos de la primitiva Iglesia, la referencia obligada para el creyente. En el prólogo a su obra Vivir como los primeros cristianos, aparecen estas palabras:
"Seguidores del Camino", fueron llamados en algún momento. Vivieron una vocación arrolladora, pero el camino que hubieron de recorrer fue arriscado, nada fácil. Por dentro, porque seguían unas huellas atisbadas pero no vistas. Hacia afuera, porque resultaban provocadores sin proponérselo. Desestabilizaban. Eran incómodos por su modo de ser y de estar, misteriosamente libre y operante, transformador. Cambiaron el rumbo de la Historia, lo dieron la vuelta, lo hicieron girar justamente en la dirección contraria a la que iba. Los despreciados, los perdedores, los vencidos, acabaron siendo los vencedores. [...]
Vivir como los primeros cristianos, transformarse para transformar, ¿una utopía?
Pero ¿no es a la utopía a lo que tiende la conciencia profunda del hombre de hoy, dolida de carencias, de desencantos ante una Humanidad inmisericorde e injusta con la propia Humanidad?".
Los primeros cristianos para solventar el problema de la persecución, señalizaban los lugares con el pez.
Se trata de un acróstico de la palabra pez en griego "ijzus" que significa: Jesús Cristo Hijo de Dios Salvador.
Los primeros cristianos, nos dice Pedro Poveda, eran hombres y mujeres de fe, eran cristianos sin fingimiento, estaban llenos del espíritu de Jesús, eran hermanos de todos, tolerantes y alegres, pacíficos y humildes, diligentes y audaces para el bien y perseverantes en la oración y en la fracción del pan.
Nos interpela:
"Y perseveraban en las oraciones, que son la respiración del alma.
Los efectos maravillosos de aquella oración de las catacumbas, aquel valor, aquella firmeza en la fe, aquella intrepidez santa, se consiguen con la oración perseverante [...]
Para saber lo que Dios quiere de nosotros, hay que orar; para ser como él quiere que seamos, hemos de orar [...]
Ten la seguridad de que Dios escucha a quien humilde y confiadamente persevera en sus ruegos, y no juzgues de la eficacia de la oración por la prontitud en conseguir lo que deseas [...]
Nos anima:
¿Qué nos detiene para orar ¿Por qué no insistimos en nuestras súplicas? ¿Qué pobre deja de pedir cuando tiene la seguridad de alcanzar lo que pide?
¿Necesitáis? Pues para que se os dé, no hace falta sino que pidáis.
¿Qué queréis hallar? Lo que pretendéis hallar lo hallaréis buscándolo.
¿Suspiráis porque se os franqueen las puertas de la misericordia del Señor? Llamad y se os abrirá.
No cabe quejarse y culpar a nadie de nuestros males, porque si no recibimos, es porque no pedimos; si no hallamos, es porque no buscamos; si no se nos abre, es porque no llamamos.
Y confiesa:
Siempre que yo dejé de recibir lo que necesitaba, fue porque dejé de pedir, y cuantas veces no hallé lo que deseaba, fue porque no lo busqué, y siempre que encontré cerradas las puertas, fue porque no llamé.
Días, meses y años perdidos, porque en ellos no hice oración; días, meses y años careciendo de todo lo bueno y plagado de miserias, porque no oré.
Pidamos al Señor todo, desde el pan nuestro de cada día hasta el pan celestial de su divino cuerpo; y pidamos seguros de que obtendremos lo que pedimos.
La Historia no se repite, pero nos enseña y conviene aprender; como decía Cicerón, es "maestra de la vida": Historia magistra vitae.
Este año, el 16 de julio, se han cumplido ocho siglos de la batalla de Las Navas de Tolosa, suceso clave en la llamada Reconquista de los territorios cristianos tras la invasión musulmana.
El vídeo refleja con acierto lo que fue la Reconquista. Gracias a los reinos cristianos, la Península Ibérica logró recobrar su identidad cristiana. Las Navas, según los expertos una batalla "de libro", marcaron la ruta a seguir, el rumbo: vencidos los almohades, Europa neutralizaba el peligro musulmán en Occidente.
He leído en estos días una entrevista realizada a don Luis Suárez Fernández (uno de los mejores medievalistas españoles, miembro de la Real Academia de la Historia y catedrático emérito de Historia Medieval de la Universidad Autónoma de Madrid).
Una entrevista sobre el significado de Las Navas.
Sin Las Navas, ¿una Europa musulmana?
"A consecuencia de esta batalla nace la monarquía católica española"
-Realmente, ¿tiene tanto relieve esta victoria en la historia de España?
-Ya los cronistas españoles de la época la llaman simplemente "la Batalla". Eso revela su importancia desde el principio.
¡Por qué? Porque en el siglo XII, dentro del Islam se había producido una revolución hacia el fundamentalismo. Dejando a un lado la influencia árabe, creaba dos grandes potencias: una turca, en Oriente y otra berberisca -los almohades-, en Occidente, que trataban de poner un radicalismo islámico [...] Los almohades imponen en España una intolerancia que prohíbe incluso la estancia de judíos y de cristianos en su territorio.
En este momento, el Papa Inocencio III toma la decisión. Europa, la Cristiandad está en peligro. Hay que convocar la cruzada. En Oriente será la que llamamos Tercera Cruzada, que fracasará, y en Occidente, la de Las Navas, que es la que triunfará porque no sólo destruye el poder militar almohade, sino que abre el camino para que en treinta o cuarenta años toda la península se sume a la Cristiandad europea. Se trata, pues, de un acontecimiento militar, político y religioso de una importancia decisiva.
-Si hubiesen vencido los almohades...
-Probablemente habrían abierto una brecha hacia Europa y nadie es capaz de adivinar qué hubiera ocurrido, hasta qué punto estaba Europa en condiciones de resistir. Desde luego, hoy podríamos estar hablando de una Europa musulmana. Ese era su sueño.
-¿Qué importancia tiene el hecho religioso en la batalla?
-Absoluta. Comprendo que esto puede molestar a la gente. Cada vez que hablo de estas cuestiones se meten conmigo....Pero la religión tiene una importancia decisiva en esta batalla. Unos y otros van a luchar al servicio de Dios. Eso llega a provocar un curioso conflicto: los cruzados que vienen de fuera se enfadan con los españoles, porque piensan que tratan demasiado bien a los musulmanes, y se van.
Lo que querían los españoles era meter a esta población islámica dentro de sus propios territorios, formando una especie de reserva.
El hecho religioso da una enorme importancia a la batalla. De ahí la leyenda del ángel que mostraba el camino para poder llegar a la retaguardia...Son leyendas. Pero también indican el modo de pensar de la época. No hay que olvidar que el resultado de la batalla es la reconquista del resto de España, donde se manifiesta un catolicismo fiel a Roma, y sumamente caritativo. Crea incluso una reserva para los musulmanes, en lo que después se denominaría Reino de Granada.
-¿No es la lucha de dos integrismos, musulmán contra católico?
-No, de ningún modo. El espíritu que está predominando en lo que podríamos llamar las filas españolas es lo que está sembrando san Fernando. Él parte de dos principios fundamentales: primero la criatura más excelsa no es un varón, sino una mujer, la Virgen María (Jesús no es una criatura, es Dios). Y segundo, no hay que olvidar que el cristianismo nació dentro del judaísmo y que por consiguiente con él no debe haber más que una forma de relación, un trato de favor, de tolerancia, de intentar llevarles al convencimiento de que la verdad les está aguardando a la vuelta de la esquina.
A consecuencia de esta batalla nace la monarquía católica española. Fíjese que el sucesor del vencedor de Las Navas es san Fernando; y en Francia, san Luis. Se trata de dos nietos de una misma persona que estaba en la retaguardia en Las Navas: la reina Leonor de Aquitania, la que crea las Huelgas de Burgos, monasterio con una importancia decisiva en la vida española.
-¿Qué lecciones que podamos aplicarnos hoy nos enseña este episodio?
-Estamos viviendo una experiencia bastante semejante. Desde principios del siglo XX, el Islam está sufriendo en su interior una especie de choque de revolución interna hacia el fundamentalismo. Si este llegara a imponerse, como se teme, el peligro para Europa sería peor de lo que nadie imagina. Hay que defender y ayudar a los musulmanes, como pide el Papa, para que permanezcan dentro de lo que es un espíritu religioso, sin dejarse llevar por el fanatismo.
-En un nivel político, supongo que también da lecciones de cara a la defensa de la unidad de España, ¿no?
-Claro...También supone una lección en este sentido. Y de cara a la conformación de la monarquía, que es una forma de Estado en la que se entiende que entre el rey y los súbditos hay un recíproco juramento de fidelidad. Esa es la base fundamental de la libertad, y es algo que ahora se está olvidando.
Mundo Cristiano, noviembre 2012
Batalla de Las Navas de Tolosa, Van Halen
O la batalla de Lepanto, en tiempos de Felipe II:
"Yo no sé qué piensan de mí, sino que soy de hierro o de piedra, y en verdad han de ver que soy mortal como los demás".
Felipe II, el más grande de los monarcas de la Casa de Austria, sufría cada vez que debía tomar una decisión que implicara participar en una contienda. Hombre religioso, veneraba a su padre, Carlos V, pero su manera de abordar los problemas era distinta:
El emperador -comenta el embajador veneciano- tenía afición a las cosas de la guerra; al rey no le agradaban. Aquel se lanzaba con ardor a las grandes empresas: éste las evitaba".
Batalla de Lepanto, Pablo Veronés
Rocroi, el último tercio, Augusto Ferrer i Dalmau
Augusto Ferrer i Dalmau puede ser considerado actualmente como el mejor pintor de batallas de nuestro
país, es "el pintor del Ejército español" y, en este caso, recrea los últimos momentos de otra batalla decisiva en la historia de España, Rocroi, en 1643, con la derrota de los Tercios, en tiempos de Felipe IV, en un contexto histórico diferente: la Guerra de los Treinta Años.
Y retomando la entrevista del profesor Suárez, me quedo, sobre todo, con este fragmento:
"Si este (el fundamentalismo) llegara a imponerse, como se teme, el peligro para Europa sería peor de lo que nadie imagina. Hay que defender y ayudar a los musulmanes, como pide el Papa, para que permanezcan dentro de lo que es un espíritu religioso, sin dejarse llevar por el fanatismo".
Existen proyectos de la Iglesia que trabajan en este sentido. Acercarse al otro, en un primer momento, no para imponer, sino para conocer y escuchar. Ayudando si lo necesitan y, desde un diálogo sincero y respetuoso anunciar el mensaje Jesús; es el respeto que merece todo "evangelizando", ya sea cultura, religión o persona.
La Historia no se repite, pero es maestra: aprendamos; ahora se nos ofrece una nueva oportunidad, pero sin cerrar los ojos a lo que sucede. Hoy, me decían en clase: Rosa, en mi barrio hay tres mezquitas y una sola iglesia cristiana. Pero ¡no te creas que son templos enormes!, se encuentran en casas de vecinos, y en el portal puede verse una pequeña placa: mezquita, ¡fíjate! -me dicen-, ¡la mezquita está en un piso corriente!... ¡y se encuentra siempre repleta, con muchos jóvenes y niños...! ¿Están nuestras iglesias llenas de jóvenes y niños...? Es para meditar. La Nueva Evangelización nos exige acercarse y escuchar...
Una de mis hijas participa en un proyecto de voluntariado de ayuda a inmigrantes, que ofrece clases de apoyo. Trabaja con niños marroquíes; les tiene mucho cariño, es recíproco. Las niñas se quejan -me dice- de que sus hermanas mayores deben estar los fines de semana a las 8 en punto en casa, si no las castigan (el resto de la semana tienen que ir a casa nada más salir de clase para preparar el té a su padre), mientras que sus hermanos varones tienen toda la libertad...
Asistió hoy a una charla sobre este proyecto. Me decía:
¡Mamá!, hoy escuché en la charla algo que me llenó mucho. Nos dijo la profesora, que trabaja también en este proyecto con chicos marroquíes, que había ofrecido una bolsa de caramelos al primero que llegara a un árbol que se encontraba a cierta distancia. Los chicos del grupo se cogieron todos de la mano, caminaron juntos hacia el árbol y se repartieron los caramelos. ¡Fíjate, mamá, cómo comparten!, nosotros eso no sé si lo haríamos.
Este vídeo contiene uno de los desfiles de los cadetes de la Academia General Militar, los futuros oficiales del Ejército español. Desfilan por la calle principal de la propia Academia, en Zaragoza.
Mi pequeño homenaje a nuestros oficiales y soldados, a veces, poco comprendidos.
Y la realidad es que defienden con su vida nuestra libertad y la de aquellos que carecen de ella. Ellos también se acercan con su ayuda humanitaria, y nos dejan su testimonio.