sábado, 16 de marzo de 2013

Caminar, edificar, confesar.



 



El Papa Francisco celebró su primera Misa como pontífice en la Capilla Sixtina.

En su primera homilía dijo que para ser auténticos discípulos de Cristo hay que caminar a la luz del Señor. Pero siempre pensando en la cruz, porque si no se cuenta con la cruz, ha dicho, no se puede ser auténtico seguidor de Cristo. “Cuando no se confiesa a Jesucristo, se confiesa la mundanidad del diablo”, recordó.

 
TEXTO COMPLETO DE LA HOMILÍA


En estas tres lecturas existe algo en común: el movimiento. En la primera lectura el movimiento es el camino; en la segunda lectura, el movimiento está en la edificación de la Iglesia; en la tercera, en el Evangelio, el movimiento está en la confesión.

Caminar, edificar, confesar.

Caminar. “Casa de Jacob: Venid, caminemos a la luz del Señor”. Esta es la primera cosa que Dios dijo a Abraham : “Camina en mi presencia y sé irreprensible”. Caminar: nuestra vida es un camino. Cuando nos detenemos, la cosa no funciona. Caminar siempre, en presencia del Señor, a la luz del Señor, tratando de vivir con aquel carácter irreprensible que Dios pide a Abraham, en su promesa.
 
Edificar. Edificar la Iglesia. Se habla de piedras: las piedras tienen consistencia; pero las piedras vivas, piedras ungidas por el Espíritu Santo. Edificar la Iglesia, la esposa de Cristo, sobre la piedra angular que es el mismo Señor. Ese es otro movimiento de nuestra vida, edificar.
 
Tercero, confesar. Podemos caminar todo lo que queramos, podemos edificar muchas cosas, pero si no confesamos a Jesucristo, la cosa no funciona. Nos convertiríamos en una ONG asistencial, pero no en la Iglesia, esposa del Señor. Cuando no caminamos, nos detenemos. Cuando no se construye sobre la piedra ¿qué sucede? Pasa aquello que sucede a los niños en la playa cuando construyen castillos de arena, todo se desmorona, no tiene consistencia. Cuando no se confiesa a Jesucristo, me viene la frase de León Bloy “Quien no reza al Señor, reza al diablo”. Cuando no se confiesa a Jesucristo, se confiesa la mundanidad del diablo, la mundanidad del demonio.
 
Caminar, edificar-construir, confesar. Pero la cosa no es tan fácil, porque en el caminar, en el construir, en el confesar a veces hay sacudidas, hay movimientos que no forman parte del camino: son movimientos que nos hacen retroceder.
 
El Evangelio continua con una situación especial. El mismo Pedro que ha confesado a Jesucristo, le dice: “Tú eres Cristo, el Hijo del Dios vivo. Yo te sigo, pero no hablemos de Cruz. Esto no cuenta”. “Te sigo con otras posibilidades, sin la Cruz”. Cuando caminamos sin la Cruz, cuando edificamos sin la Cruz y cuando confesamos un Cristo sin Cruz, no somos discípulos del Señor: somos mundanos, somos obispos, sacerdotes, cardenales, papas, pero no discípulos del Señor.
 
Quisiera que todos, después de estos días de gracia, tengamos la fuerza - precisamente la fuerza - de caminar en presencia del Señor, con la Cruz del Señor; de edificar la Iglesia sobre la sangre del Señor, que ha sido derramada sobre la Cruz; y de confesar la única gloria, Cristo Crucificado. Y así la Iglesia irá adelante.
 
Deseo que el Espíritu Santo, la oración de la Virgen, nuestra Madre, nos conceda a todos esta gracia: caminar, edificar, confesar a Jesucristo crucificado. Así sea.
 
 


 
 

2 comentarios :

  1. CLARO, CONCISO, CONCRETO:
    Caminar, edificar y confesar.

    ¿Nos apuntamos, Rosa?
    Es incomprensible ¿Cómo puede ser tan distinto y tan igual a Benedicto XVI?
    Un beso, querida amiga

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    Respuestas
    1. Ya lo vi. Sí, nos apuntamos. Es verdad, se parecen muchísimo y son a la vez muy distintos.

      Gracias, querida Militos.

      Un beso muy fuerte.

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