lunes, 18 de marzo de 2013

Camino hacia la Pascua





 El Greco, Cristo como Salvador



Hoy, he asistido a una charla impartida por D. Jesús García Recio, y quiero compartir, en líneas generales, su contenido, porque me parece muy clarificador:


Camino hacia la Pascua

Jesús  siguió este itinerario:

1. Venir a los caminos del mundo
"(María) dará a luz un hijo, y (José) le pondrá por nombre Jesús, pues él salvará a su pueblo de sus pecados" (Mt 1, 21)
2. Salir al encuentro del hombre
"Jesús recorría toda Galilea enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo" (Mt 4,23)
3. Alumbrar los caminos
"Y al pasar, vio Jesús a un ciego de nacimiento...mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo" (Jn 9, 1-5)
4. Bajar a los ríos
"Y sucedió que por aquellos días llegó Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán" (Mc 1, 9)
5. Descender al valle
"Después de decir esto, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto" (Jn 18, 1)
6. Enseñar el camino
"Cuando se completaron los días en que iba a ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de caminar a Jerusalén" (Lc 9, 51)
7. Subir a los montes
"Los once discípulos fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había citado" (Mt 28, 16).



 Fra Angélico, Natividad


1. ¿Cómo dar con el camino de Dios?  Él, discretamente, nos va llevando por sus caminos.
Señalización clara: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida...", por si existe alguna duda para nosotros, Él nos señala el Camino...
Nuestros caminos terminan en la Pascua, nuestra Pascua última y definitiva.
Antes de entrar en el vientre de nuestra madre, ya estábamos en la intención de Dios. Todos tenemos una genealogía, y Jesús vino también con una genealogía.
Llegamos al mundo bien protegidos, por una historia previa, que es el propósito de lo que Dios quiere de nosotros. Necesitamos un sí de alguien que nos quiera traer a este mundo: nuestra madre. Lo mismo pasó con Jesús que, sin el asentimiento de María, no hubiera nacido.
En el vientre de nuestra madre, nos vamos programando.
Después nos ponen un nombre propio, que nos identifica, y al que hay que ser fieles. Jesús y Emmanuel, le ponen. No es un anónimo, es una persona concreta. Y sabe lo que tiene que hacer. Vino para salvar al mundo de sus pecados, ya lo sabe desde Niño. Ha venido a salvar a los hombres. Y al que le pide, Jesús le salva. Este nombre propio le preservó de no desencaminarse (no es banal el nombre propio que llevamos). Su segundo nombre propio fue Emmanuel, que significa "estar con": Salvador, acompañante de la humanidad.



Nikolay Andreyevich Koshelev, Jesús


2. Cuando suceden desgracias, nos preguntamos: ¿Dios está? ¿Existe o no existe? ¿Nuestro mundo es un mundo acompañado? Siempre sale esta pregunta ante cualquier desgracia. No nos casa que exista la Bondad Suprema, que es Dios, y la triste realidad: enfermedad, hambre, guerra...
Pero Dios anda por los caminos de este mundo. Por tanto, atiende esta petición de Moisés: "Ten a bien, Señor, andar en medio de nosotros". Y el Señor, con su venida, está con nosotros. Yavé, significa esto: "estar con nosotros".
"Yo soy el Camino", y sus caminos, son sus caminos, no podemos salir, ni ser marginales.

Todos debemos acompañar a los demás. El que vive en un monasterio, vive acompañando a los demás, rezando por los demás. Tenemos que salir al encuentro del hombre.
En la filosofía del siglo XX,  prevalece esta idea: Dios se ha ausentado, somos rechazados por Dios.
Mi corazón te habla, no ocultes tu rostro, préstame oído, no te quedes en silencio...invocamos a Dios....
Los eclipses de Dios son para todos. Para algunos serán más difíciles, y para otros más luminosos. Hay silencios particulares y hay silencios sociales, pero Dios sale al encuentro del hombre: "El Espíritu del Señor está sobre mí..."

En medio de la soledad, va a salir la nueva Luz de Dios. Jesucristo es la nueva Luz de Dios. Ya viene como un Niño iluminado. El Señor Jesús, lo que dice, lo hace. Se encuentra con los enfermos, y es cuando se hace más patente, en la enfermedad y en la muerte. Que Dios esté a nuestro lado en la enfermedad y en la muerte, nos despeja todas las dudas. Pero no nos fuerza: ¿quieres curarte? Jesús va directo al encuentro del enfermo, pero no invade, respeta al hombre y espera.
Nosotros también tenemos que salir al encuentro de los demás.



Curación del ciego


3. Alumbrar los caminos. Aunque Jesús nace de noche, es un Niño luminoso. Alumbra en lo concreto, y lo hace a través de los ciegos. Se fija en el ciego de nacimiento, en Jerusalén, y le dice: "Yo soy la Luz del mundo..." Se fija en ese ciego y lo reconstituye. Viene para alumbrar los caminos, y trabaja para dar Luz a los hombres. Nos dice: "vosotros sois la luz del mundo". Pero debemos ser una luz significativa, que no se confunda con la luz del mundo. Y la comunidad cristiana se lo tomó tan a pecho, que hay signos de luz por todas partes, ya desde el bautismo, con la vela...
De ahí el salmo: "Todos nosotros somos hijos de la Luz, lo nuestro es el amanecer y el día..."
Es necesario alumbrar los caminos en medio de estas oscuridades.



 Bartolomé Esteban Murillo, El bautismo de Jesús



4. Jesús baja al río, es su bautismo. ¿Por qué baja al Jordán? Por rebajarse, porque allí sólo bajan los pecadores. Existe una comunión con lo propio de esta tierra. Jesús se pone a la cola de los pecadores, no busca ponerse el primero. Se pone a la cola, y este ejercicio se lo propone a sus discípulos. Todo bautismo es un abajamiento, un reconocimiento de que somos pecadores, pero de esa misma fragilidad, aflora nuestra salvación. Hay muerte para nuestro pecado, y hay un renacer. Formamos parte de la masa que necesita redención.



El Greco, Agonía en el Huerto de Getsemaní


5. Hay que bajar al valle desde el río: aceptar nuestra agonía, en el sentido de lucha. Todos hemos de entrar en la lucha agónica, en la interioridad, que es donde se libran las batallas más duras.
Y en las características de la bajada al valle, encontramos Getsemaní. ¿Qué acontece allí?: angustia, soledad, quedan pocos compañeros y en la lucha interna nadie nos puede acompañar. Los demás pueden velar, pero incluso se duermen, y el que está en la agonía es el Señor Jesús.
¿Qué gestos aparecen?:
- Postrarse por tierra. Reconocer nuestra condición terrena.
-Caer de rostro a tierra, encontrarnos con nuestra propia realidad, con los ojos viendo la tierra. Esta es nuestra verdad: somos humus, y con decir esto, ya está todo dicho.
-Y desde aquí, desde la extrema necesidad, es cuando mejor imploramos al Padre, brota la palabra ¡Padre! Y Dios atiende, porque nos está viendo.
Y surge la confesión. Jesús nos da la fórmula: "Todo para ti es posible...". Confesamos el poderío de Dios. Nosotros no somos nada, y esto es necesario mantenerlo y no olvidarlo.
Bajamos al valle y nos despojamos de lo que no nos conviene. Pasamos de nuestra orilla a la orilla de Dios. Dejamos nuestra orilla, y pasamos a su orilla, hacemos su voluntad. Es la desapropiación: que se haga su voluntad. Sin Getsemaní, no hay Pasión.

Esto nos sucederá a todos, a todos, tarde o temprano.



Juan de Juanes, La Última Cena
 

6. El camino hacia la Pasión es una escuela, en la que todos somos discípulos y somos maestros, porque Jesús nos ha constituido en maestros. Él tiene un título: El Maestro. Su escuela es la escuela de la Pasión. Baja desde donde nace el Jordán, y desde allí va bajando hasta subir a Jerusalén.
En la escuela se aprende repitiendo, y Jesús insiste siempre: "El Hijo del hombre va a ser entregado...". La escuela cristiana es pasional, en este aula aprendemos a entregar la vida en favor de los demás. No amamos el sufrimiento, pero lo amamos porque podemos ayudar a salvar a los demás.
¿Qué ocurre en esta escuela? Pedro, al que escoge como el mejor, le reprende, le increpa duramente, y Jesús, con paciencia, le corrige. No entendían que el que viene a salvar, sea el más postrado.
Pero en esta escuela vamos aprendiendo.
Los discípulos no se enteraban. Jesús repetía y repetía. "El Hijo del hombre va a ser entregado....", y ellos discutían sobre, por ejemplo, quién era el más importante...
Así es la nueva evangelización: volver a insistir e insistir (Zebedeo, por ejemplo, le salta con algo que nada tiene que ver). La evangelización continuará hasta el final de los tiempos. Como buen Maestro, les enseña hasta el final: con el pan y la sangre, que es la última lección del Señor Jesús.



Rafael de Sanzio, La Transfiguración



7. El último tramo es subir a los montes. Los montes para Jesús fueron muy importantes. Su última indicación fue ir al monte. Va a los montes para enseñar. Las bienaventuranzas tienen lugar en el monte. En el monte da de comer con los panes y los peces. El monte es también un lugar de encuentro con la tentación que tiene que vencer, y es también un lugar de peligro, porque lo intentan despeñar. Y sube también al monte para elegir a los discípulos, y convocó allí a los que Él quiso.
El monte fue también el testigo de su agonía, y después está el monte de la Misión: allí cita a sus discípulos. Para descender está el vientre de su Madre, pero para subir a Dios está la montaña. Cuando subimos todo nos parece más claro (en la montaña se va mejor hacia Dios que en Madrid o que en Ordoño II, calle principal de León, nos dice bromeando).
En el monte donde se produjo la transfiguración, se reconoce a Dios como Luz. Hay algo divino en la montaña, son inmensas, estamos en su terreno, en el terreno de Dios.



Raúl Berzosa, Crucifixión (Vera Cruz)



El monte de la Crucifixión. Hay que estar atentos a los relatos para entender el Gólgota (Calvario). En este monte hay tinieblas, ya no hay luz. Dios está ensombrecido. Hay que subir en solitario, es una subida trágica porque hay un peso que llevar, y en el caso del Señor, es la Cruz (caídas, dificultades...). Le acompañan discretamente las mujeres, le atienden y sufren con Él. Y existe una ayuda, la del Cirineo. Sigue la tentación que ya se manifestó en el desierto, y en Getsemaní. Y Jesús se mantiene fiel: si ha venido a salvar a todos, no puede salvarse a sí mismo. Es considerado un malhechor, y se dirige a un lugar desacralizado. Una tarde que se llena de oscuridad, con tinieblas, es el eclipse de Dios. En el Tabor hay vestidos luminosos y aquí, en el Calvario, hay desnudez total. Dios se nos muestra en estado de extrema depravación (le representamos con un paño, pero estaba desnudo y ensangrentado). ¿Cómo es posible reconocer a Dios en esta circunstancia? Nadie lo ve, nadie lo identifica. Es un escándalo. No es un monte claro y patente. El centurión es el único que es capaz de encontrar en esa cara al Hijo de Dios, y también el buen ladrón. Es un monte muy difícil.



 John Singleton, La Ascensión


Monte de la Pascua: la Ascensión. Ya todo está más tranquilo. Está bendiciendo. Es un monte espléndido.

En el monte de la Misión, en Galilea, está ya todo aclarado.





4 comentarios :

  1. Muchas gracias por esta entrada, Rosa. Es Para leerla y meditarla tranquilamente. No te quepa duda de que lo haré estos días.
    Bellísimas las imágenes que has elegido.
    Besos.

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    1. Es verdad, es para meditarla una y otra vez. Escuchar a este hombre es como estar en el cielo, suave y firme, un sabio humilde, en el sentido más profundo del término. Vive en la montaña leonesa, en una aldea, Algete, su aldea natal, y escuchar cómo describe su ascenso a la montaña, un paso más hacia Dios, y que lo que sucede en el valle se hace más tansparente a medida que subes, es una verdadera lección. Necesita la montaña, y cuando lo describe, dan ganas de querdarte allí para siempre.

      Me hizo mucho bien escucharlo, y me alegro de que te guste.

      Un beso muy fuerte. ¡Feliz semana!

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  2. Nos acercamos con la memoria a los momentos más intensos y dolorosos en la vida de nuestro Señor en la tierra. Pero también esto nos permite recordar el milagro glorioso de su resurrección. Desde nuestra pequeñez podemos alzar la mirada al monte de la redención, para encontrarnos de frente con el Salvador. La expresión viva del amor de Dios.´

    Gracias Rosita por compartir este texto con sus hermosas imágenes!

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    1. Así es, Clarissa, desde nuestra pequeñez, podemos alzar la mirada al monte de la redención y encontrarnos con el Salvador.

      Gracias a ti, querida amiga.

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