Margarita Georgiadis
Por detrás de mi voz
– escucha, escucha –
otra voz canta.
Viene de atrás, de lejos;
viene de sepultadas
bocas, y canta.
Dicen que no están muertos
– escúchalos, escucha –
mientras se alza la voz
que los recuerda y canta.
Escucha, escucha;
otra voz canta.
Dicen que ahora viven
en tu mirada.
Sostenlos con tus ojos,
con tus palabras;
sostenlos con tu vida
que no se pierdan,
que no se caigan.
Escucha, escucha;
otra voz canta.
No son sólo memoria,
son vida abierta,
continua y ancha;
son camino que empieza.
Cantan conmigo,
conmigo cantan.
Dicen que no están muertos;
escúchalos, escucha,
mientras se alza la voz
que los recuerda y canta.
Cantan conmigo,
conmigo cantan.
No son sólo memoria,
son vida abierta,
son camino que empieza
y que nos llama.
Cantan conmigo,
conmigo cantan.
Circe Maia
Si los oigo cantar me da algo...
ResponderEliminarEl poema es hermoso, eso si.
Besos.
Uy!, Toro, me alegro la tira de verte aquí, precisamente en esta entrada. No sabes ¡cuánto! Sí, Toro, cantan como ni siquiera nos podemos imaginar. Esta entrada está total y absolutamente relacionada con la anterior...
EliminarBesos, Toro.
Impresionante poema.
ResponderEliminarEs una delicia.
No lo conocía, así que, gracias por traerlo :)
Abrazos, Rosa
Gracias a ti, querida Verónica.
EliminarMe encanta ¡verte! y que te ¡guste!
¡Un beso!