“Te doy gracias, mujer,
¡por el hecho mismo de ser mujer!
Con la intuición propia de tu femineidad
enriqueces la comprensión del mundo”.
San Juan Pablo II. Carta a las Mujeres.
El hombre es: la más elevada de las criaturas.
La mujer es: el más sublime de los ideales.
El hombre es: el águila que vuela.
La mujer es: el ruiseñor que canta.
Volar es: dominar el espacio.
Cantar es: conquistar el alma.
El hombre es: el cerebro.
La mujer es: el corazón.
El cerebro ilumina.
El corazón produce amor.
La luz fecunda.
El amor resucita.
El hombre es el genio.
La mujer es el ángel.
El genio es inmensurable.
El ángel es indefinible.
Las aspiración del hombre es la suprema gloria.
La aspiración de la mujer es la virtud eterna.
La gloria engrandece.
La virtud diviniza.
El hombre tiene la supremacía.
La mujer, la preferencia.
La supremacía significa fuerza.
La preferencia representa el derecho.
El hombre es fuerte por la razón.
La mujer es invencible por las lágrimas.
La razón convence.
Las lágrimas conmueven.
El hombre es capaz de todos los heroísmos.
La mujer es capaz de todos los sacrificios.
El heroísmo ennoblece.
El sacrificio sublimiza.
El hombre tiene un farol: la conciencia.
La mujer tiene una estrella: la esperanza.
La conciencia guía.
La esperanza salva.
El hombre es un océano.
La mujer es un lago.
El océano tiene la perla que lo adorna.
El lago tiene la poesía que lo deslumbra.
En fin:
El hombre está colocado en donde termina la tierra;
y la mujer en donde comienza el cielo.
Víctor Hugo
Bello bello, querida Rosa.
ResponderEliminarY que sensibilidad la de San Juan Pablo II.
Besos!!!
¡Hola, querida Verónica! Sí también lo creo y lo veo así, por eso subí este poema, que me parece precioso, somos un complemento perfecto, hombre y mujer, mujer y hombre, por igual... cada uno con sus diferencias...
EliminarY sí, mucha sensibilidad la de san Juan Pablo II, enseña mucho, percibe mucho, porque ama mucho...
¡¡¡Besos, querida Verónica!!!