viernes, 28 de junio de 2013

Fe




 Cristo curando a un leproso. Jean-Marie Melchior Doze



Del santo Evangelio según san Mateo 8, 1-4

Cuando bajó del monte, fue siguiéndole una gran muchedumbre. En esto, un leproso se acercó y se postró ante él, diciendo: «Señor, si quieres puedes limpiarme». Él extendió la mano, le tocó y dijo: «Quiero, queda limpio». Y al instante quedó limpio de su lepra. Y Jesús le dice: «Mira, no se lo digas a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y presenta la ofrenda que prescribió Moisés, para que les sirva de testimonio.






Jesús cura al leproso. Miniatura del Códice de Predis,
de la Biblioteca Real de Turín (siglo XV)



El domingo pasado vimos que Jesús, en su vida pública sanó a muchos enfermos, revelando que Dios quiere para el hombre la vida y la vida en abundancia. El evangelio de este domingo nos muestra a Jesús en contacto con una forma de enfermedad considerada en ese momento como la más seria, tanto que volvía a la persona "impura" y la excluía de las relaciones sociales: hablamos de la lepra. Una ley especial reservaba a los sacerdotes la tarea de declarar a la persona leprosa, es decir impura; y también correspondía al sacerdote declarar la curación y readmitir al enfermo sanado a la vida normal. Mientras Jesús estaba predicando en las aldeas de Galilea, un leproso se le acercó y le dijo: "Si quieres, puedes limpiarme". Jesús no evade el contacto con este hombre, sino, impulsado por una íntima participación de su condición, extiende su mano y le toca --superando la prohibición legal--, y le dice: "Quiero, queda limpio.". (Benedicto XVI, 12 de febrero de 2012).




Abraham, Sara y el ángel. Jan Provoost




El sacrificio de Isaac. Antoine Coypel




Abraham e Isaac. Jan de Lievens




El sacrificio de Isaac. Rembrandt



 
El sacrificio de Isaac. Marc Chagall
 
 

Lectura del libro del Génesis 17, 1. 9-10. 15-22  
 
 
 Ireneo, obispo de Lyon (c. a 130-c. a. 202)
 
 

La Santa Misa.
 




 

4 comentarios :

  1. Querida Rosa: el mayor testimonio de FE, lo encontré ayer en el funeral de Arcendo. ya lo he contado, pero te escribiré un correo para algunas cosas más íntimas.
    Y aún así sigo llorando ¿seré testaruda?
    Un beso, querida amiga.

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    1. Es precioso lo que nos dices.

      Yo también lloro, es inevitable, después me quedo más tranquila...ha pasado todo tan rápido...

      Un beso. Me haría mucha ilusión que me contases más cosas...

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  2. ¡Señor, si quieres, puedes limpiarme! ¿Y cómo no va a querer Dios limparnos, purificarnos? Limpiarnos por dentro, depojarnos de nuestras miserias para estar bien limpios y amarle más y mejor. Y para ello nos ha dejado el sacramento de la confesión, donde, en palabras del sacerdote, (en ese momento, el mismo Cristo, nos dice: "Quiero, queda limpio".

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    1. Fue una misa muy bonita.

      Es verdad, Dios nos ha dejado todo para limpiarnos y purificarnos.

      Un beso, querida amiga.

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