El domingo viví un día emocionante. Necesitaba meditarlo, pero sé lo que sentí y quiero compartirlo. Comparto sentimientos intensos, porque las personas que he encontrado en el blog, sin conocerlas personalmente, no es necesario, van más allá del contacto físico. Son amigos del alma, lo más importante.
Se conmemoró el día de las Fuerzas Armadas, y la celebración por todos aquellos que han dado su vida por la Patria. Y, ante la bandera, muchas sensaciones y reflexiones llegaron a mí.
Ayer, los civiles que solicitaron jurar bandera, lo pudieron hacer. Este acto solemne de juramento o promesa, permite a todos los españoles que así lo deseen, manifestar públicamente su compromiso con la defensa de España. Sirve también para recordar la vinculación de toda la sociedad con la defensa nacional, y para afianzar los lazos de unión entre las Fuerzas Armadas y la sociedad a la que sirven.
Jurar bandera significa ponerse a disposición de la Patria, si esta así lo reclama, en un momento determinado. Significa guardar la Constitución como norma fundamental del Estado, con lealtad al Rey y, si preciso fuera, entregar la vida en defensa de España. No juré bandera, no por eludir el compromiso, sino porque no sabía exactamente el significado que tiene este hecho para un civil. Hasta ayer. Ayer, lo comprendí. Una de mis hijas sí lo hizo, mi marido le informó de esta posibilidad y ella aceptó encantada. Y fue emocionante.
Jurar bandera, no es acotar, poner barreras, limitar la libertad, al contrario, es abrir ventanas, comprometerse, ser generoso, es amar. Hay que empezar amando lo que tenemos al lado, cerca, lo cotidiano. Y amar a la Patria, es amar nuestras raíces más profundas. En ella nos hemos formado.
Durante el acto, justo en frente de mí, se encontraban la banda de música y los oficiales encargados de dirigir el acto. Todos cumplían con su misión, perfectamente disciplinados, cada uno en su lugar.
Mirándolos, analizaba lo que es la vida. Cada uno en su puesto, no había uno mejor que otro, todos igual de importantes, lo realmente valioso era la entrega. Si el corneta da una nota disonante, o si el oficial no cumple con su tarea al dirigir el batallón, todo se distorsiona.
Me emocioné muchas veces, en realidad, estuve emocionada y conmovida durante todo el acto.
Juraron bandera más de un centenar de personas. Las menciones alusivas a la honestidad, la generosidad, amor a la Patria y a los españoles, fueron constantes. Entre ellos, me llamó la atención un grupo de personas en silla de ruedas que llegaron con sus cuidadores, y me fijé especialmente en el gesto de felicidad que mostraban.
En un mundo donde todo parece relativo, donde parece (solo parece) que se actúa por el mero interés, fue un soplo de aire fresco.
Considero admirables a aquellas personas que son capaces de actuar sin ningún interés material, solo por ideales, y ayer en este acto lo viví.
Ha sido una constante en mi vida tratar de actuar con honestidad, lo he visto en mi familia, en muchas personas cercanas, es uno de los mejores legados que he recibido.
Soy leonesa, hasta la médula, y española, pero, sobre todo, lo que me da Luz, es que soy cristiana, Jesús resucitado es la Luz de mi vida, y miro y actúo desde esta óptica, desde el Evangelio. Me enseña a comprender, acoger, querer y amar. Todos somos importantes a los ojos de Dios, únicos, cada uno es necesario. Nos creó libres para acogerlo o no en nuestro corazón. Me maravilla tanta bondad, nunca nos obliga, es suave y amoroso, es Padre.
No podemos elegir el lugar donde nacemos, ni la época, ni a nuestra familia, tampoco la hora de la muerte, esto se lo reserva para Él, y confío en Él como Padre. En mi corazón siempre le he sentido y le siento PADRE.
El Evangelio es la gran "receta" de mi vida; acogerlo como lo esencial ha transformado la mirada hacia mí y hacia los demás. Vivir el Evangelio no es vivir en una nube, da sentido pleno a mi existencia. Es la alegría más profunda que he experimentado.
Al acabar, cuando nos dirigimos al coche para regresar a casa, algo me llamó la atención, algo en lo que no reparé cuando aparcamos al llegar al acto, y es que, justo en frente del coche, casi invadiéndolo, había un arce, un árbol hermoso, con hojas verdes, muy verdes, grandes y agitadas suavemente por el viento. Y di gracias a Dios...(sé que Militos entiende perfectamente lo que quiero decir con esto...). Fue mi Pentecostés particular. Así lo viví.
Durante el acto, se rindió homenaje a los caídos por la Patria, a todos los hombres y mujeres que han dado su vida cumpliendo con su deber. Y lo que dijo el Pater, el sacerdote en lenguaje militar, me hizo asentir con profunda devoción; fue lo más emocionante para mí, estas palabras que son dirigidas a todos:
Que el Señor de la vida y la Esperanza
Fuente de Salvación y Paz eterna
les conceda la vida que no acaba
en feliz recompensa por su entrega.
Amén
Os dejo el Himno a España, que llevo muy dentro; cuando lo escucho (y ayer lo escuché emocionada), no puedo menos que sentir amor por mi Patria. Dicen que este es el himno franquista, el de ahora es solo instrumental para evitar suspicacias, pero este es el que más siento, con letra de José María Pemán, un poeta maravilloso; si nos fijamos, alude al trabajo, al esfuerzo, y eso es para todos; alude también, a la fe y por eso, sobre todo, me gusta más; habla del Himno de la fe, de la vida nueva de trabajo y paz...de resurgir...si se escucha, sin previas ideologías, emociona...
Y el himno artillero, difícil de cantar, que resonó divinamente como colofón al acto; menciona, en su parte final, al Rey, a la Monarquía; soy monárquica, por convicción. La República como sistema político no la rechazo, sería un absurdo, pero analizándola en España, para muestra tenemos dos botones (I y II Repúblicas). ¿Por qué no funcionaron? Hay muchas razones...
¡Viva España! y unida.
Cuando leía el blog de Hoja (La Hoja del Arce), me impresionaba cuando decía que nada de lo que nos comunicaba era mérito suyo, me dejaba sin palabras. Hoja, ayer, juró bandera (algo que deseaba ardientemente). Así lo sentí en mi alma. Fue un maravilloso día de Pentecostés.
Dedico esta entrada especialmente para mi niña, para su papá, que se le caía, literalmente, la baba, y para mi querida amiga, del alma, capitana de los Tercios blogueros, Militos.